Entre las especialidades en las que se ha distinguido el Gobierno es en la tergiversación. Consiste en alterar los hechos o torcer los razonamientos o argumentos de tal manera que resulte algo parecido a lo que fue acuñado por el genio popular en el siguiente trabalenguas: “Donde dije ‘dije’, no dije ‘dije’ sino que dije ‘Diego’”. Pero la tergiversación pocas veces había llegado tan lejos como cuando, la semana pasada, el Señor Presidente vino a decir que el procedimiento de elección de los Papas no es democrático como son los comicios políticos que designan a las autoridades civiles. ¿Irreverencia intencionada o ignorancia culpable? Sea lo que fuere, los más tolerantes se lo tomaron a risa.
Para acabarlo de arreglar, el pasado viernes, el portavoz de la Presidencia, Iván Canelas, endilgó al Arzobispo de Cochabamba, Mons. Tito Solari, el haber “estigmatizado” (sic) a los niños de la zona del Chapare por narcotraficantes. ¡Falso! El Arzobispo no “estigmatizó” a nadie (grave expresión del vocero). El prelado se limitó a lamentar con profunda pena el uso que se está haciendo de algunos menores induciéndoles a transportar y vender droga a los viajeros. Mons. Solari no se lo inventaba. Simplemente recogía el testimonio fidedigno y la justificada preocupación de padres de familia y de maestros religiosos que están en contacto directo con la infancia y juventud de la región. Como es sabido, el crecimiento del narcotráfico fue una de las advertencias hechas por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia, por la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos y por muchas otras organizaciones mundiales. ¿Así que, con una simple contraacusación del portavoz Iván Canelas, el Gobierno pretende desentenderse de un problema tan grave como es el denunciado por los obispos?
La cosa no termina aquí. Por su parte, el ministro de Gobierno recriminó a los obispos por no denunciar los hechos que mencionaban en su mensaje. Con lo cual, según el ministro, se habrían incurrido en el delito de encubrimiento de los narcos. ¿Es que el Gobierno ignora lo que todo el mundo sabe? ¿Desconoce también que por las noches se escuchan los ronquidos de vuelos sospechosos en la zona del Chapare? ¿Será el trineo de San Nicolás que viaja cruzando nubes en estos tiempos próximos a la Navidad? ¿Para qué está la Felcn? Entonces, habrá que señalar al mismo Gobierno como encubridor. La cosa no acaba: Como era de esperar, el senador del MAS y dirigente de los bravos ponchos rojos, Eugenio Rojas, como loro que repite, como loro amaestrado, se sumó a la idiotez de proponer que la Iglesia Católica se inscriba en el Órgano Electoral Plurinacional como un partido político opositor. Esta es otra tergiversación de las palabras de los obispos cuando exhortan a consolidar una democracia participativa y justa, no sólo de boca para afuera, o cuando la Iglesia advierte sobre los niños que venden droga en el Chapare. En resumidas cuentas, la Iglesia Católica de Bolivia se encuentra bajo la inquisición masista.
Y ahora, amigo lector, trate de desenmarañar este enredado ovillo. A ver si entre todos los ciudadanos de buena voluntad logramos atemperar las calenturas que distancian cada día más al Gobierno laico-cósmico, de la Iglesia Católica. En especial en el tiempo litúrgico de Adviento en el que los cristianos se preparan para recibir espiritualmente al Dios del amor y de la paz
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