En la ocasión, el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos, Peter Brennan, comprometió el financiamiento total de la restauración del convento de Santa Teresa con un monto de casi un millón de dólares. Con ello, el proyecto se convierte en el más grande de esta instancia a nivel mundial.
Las voces de la soprano Lynn Mackie, el tenor Samuel McKelton, la mezzo-soprano LaToya Lain y el bajo Stacey Robinson dirigidos por Wayne Barr, de Estados Unidos, acompañados por el niño José André Montaño, irrumpieron en la joya arquitectónica diseñada por el jesuita Santiago Cambiasso con una iglesia rectangular en medio de una polilobulada. Más de 500 asistentes emocionados aplaudieron de pie en varias oportunidades.
El arzobispo Oscar Aparicio y el obispo emérito Tito Solari y representantes de la Embajada Norteamericana participaron de la inauguración. Los trabajos de restauración rescataron el estilo neoclásico de la infraestructura.
Después de más de un año de restauración, el púlpito y cinco retablos laterales de estilo barroco mestizo tallado en madera lucen resplandecientes con láminas de pan de oro traído de Italia. En medio de cada altar, los lienzos pintados “al temple” que narran fragmentos bíblicos se encuentran mantenidos.
Entre tanto, los medallones de las tres virtudes teologales de la fe, esperanza y caridad que coronan cada altar, resplandecen por sus detalles refaccionados. Las piezas son consideradas únicas en la arquitectura religiosa de Bolivia. Otro de los atractivos radica en el piso de mármol de dos colores jamás visto.
Asimismo, la pared lateral este del templo resaltó por la restitución de una fila de cinco confesionarios tapiados que eran utilizados por las hermanas de claustro. Otro de los atractivos radica en las lámparas con cristales de roca importados desde Europa que desde ayer iluminan el recinto sacro. El patio de las flores y la sacristía también fueron refaccionados. En esta última, tres arcos de antaño fueron rehabilitados.
La restauración estuvo liderada por los arquitectos Mario Moscoso y el italiano Simone Rinaldi. Los religiosos de la Orden Carmelitas Descalzos Linton Guzmán y Armando Sejas supervisaron el proyecto. Adicionalmente los trabajos fueron encarados por un equipo de 50 especialistas en madera, pintura de caballete, pan de oro y otros provenientes de Cochabamba, Sucre y Potosí. Éstos emplearon materiales y técnicas antiguas, además de solventes suaves y químicos que devolvieron la belleza a las piezas, afectadas por la humedad, termitas y el tiempo.
Moscoso informó que entre los los trabajos de consolidación estructural más importantes resaltan la instalación de un sistema de ventilación por debajo de la estructura y los muros a fin de evitar la humedad.
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