Rumbo a Roma
Mauricio Aira
Los Tiempos
daba cuenta de la elección de Julio Terrazas como primer Cardenal de Bolivia,
el 30 de enero del 2001, de inmediato publicamos el Perfil del sacerdote y
obispo vallegrandino, augurando que Terrazas sería el factor preponderante en
la integración y paladín de la justicia. Han pasado 13 años desde entonces y el
devenir histórico no ha hecho sino confirmar esa predicción.
Nacido en Vallegrande
tuvimos el privilegio de conocerlo en el Segundo Congreso de Estudiantes de
Secundaria que tuvo lugar justamente en aquella risueña ciudad cruceña
enclavada en un vallecito fértil y generoso, Terrazas participó del mismo en
calidad de delegado por la federación anfitriona y que congregó a una centena
de estudiantes llegados de toda la Nación.
Formado en la orden de los redentoristas pronto ya ordenado sacerdote
llamó la atención de la Iglesia por sus dotes de apostolado y servicio al punto
que muy joven fue nombrado Obispo en Oruro donde se mantuvo durante 10 años muy
unido a los trabajadores mineros, a las organizaciones populares, al pueblo en
general que aprendió a quererlo con la intensidad que los orureños lo hacen sin
prejuicio alguno.
En realidad
el primer cardenal fue Clemente Maurer alemán de origen, a diferencia de Julio
Terrazas que sí es boliviano de notable sencillez y humildad con tal vocación
de servicio que no hemos sabido de nadie que habiendo recurrido a su atención
terminara decepcionado. Desde su sede
cardenalicia tiene un doble desempeño, mantener viva la Fe de los bolivianos,
labor de cada dia que implica buscar y estrechar el contacto con una Iglesia
vigorosa que demanda su dedicación plena, que no obstante lo precario de su
salud en los últimos meses, cumple rigurosamente. Lo segundo es su testimonio ante el colectivo
boliviano, expresado en sus homilías, su presencia en el desarrollo público,
siempre con la palabra precisa, el consejo oportuno aún cuando algunas veces su
palabra hiere y provoca reacciones, generalmente desde lo alto del poder
público que no le arredran.
Nos toca
seguir su palabra como miembros de la Iglesia y la orientación que el clero y
los laicos reciben por la contagiante
alegría de la vida de la gracia y de la esperanza que trasunta su pensamiento
valiente, temerario a veces, y que de alguna manera resulta un freno a mayor
debacle. Su sola presencia y su verbo son garantía para el ejercicio de las
libertades y los derechos ciudadanos que con inusitada persistencia reclama del
poder público.
Ahora bien,
nuestro Cardenal Terrazas se traslada de Santa Cruz a Roma para ser elemento protagónico
en un acontecimiento único en
representación de los católicos bolivianos. Habilitado por el Colegio
Cardenalicio participará desde el uno de marzo en el Cónclave eclesial
(Concilio de cardenales a puerta cerrada) para la elección del sucesor de
Benedicto XVI el pontífice actual que ha sorprendido al mundo con su inédita
abdicación.
Cuánta
responsabilidad entraña esta presencia, al punto que todavía convaleciente de
una intervención médica, ha tomado para sí la pesada misión de atravesar el
gran océano y asumir su rol de padre conciliar, desde una austera habitación,
igual que los demás 117 cardenales se concentrará en la elección del próximo
Jefe de la Iglesia que congrega a 1.100 millones de creyentes en el mundo
entero.
Representante
de su grey multi- étnica con gentes de todas partes que conforman una identidad
muy clara con valores comunes que desafiando al mundo polarizado de hoy, están
construyendo la nueva sociedad integradora, interesada en la suerte de los
pobres, en la Justicia y en la vigencia de un Estado de Derecho que respeto a
cada uno de sus integrantes, estamos seguros que el Pastor pondrá sobre el
altar de San Pedro todas las intenciones del pueblo boliviano y estará asistido
del Espíritu Santo en las decisiones que asuma junto a sus hermanos los demás
cardenales del mundo.
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