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miércoles, 13 de febrero de 2013

el penoco razona sobre las luces de Benedicto XVI, su ejemplo, excepcional prueba de desprendimiento en tiempos en que otros buscan lo contrario quedarse en el poder

Joseph Ratzinger pasará a la historia como uno de los papas más equivocadamente juzgados por la opinión pública internacional. Algunos de sus críticos no llegaban ni siquiera a la superficie del análisis y reclamaban el carisma de su antecesor, Juan Pablo II ignorando por supuesto, que Benedicto XVI fue uno de los puntales del éxito del pontificado de Karol Wojtyla, quien sin embargo, dejó a la Iglesia Católica con muchos temas pendientes, la mayoría muy espinosos que terminaron estallando en las manos de su legatario. Benedicto, que ya pensaba jubilarse en el momento de ser elegido Papa, encaró su servicio con mucha valentía, escribió varios libros en ocho años, visitó numerosos países, entre ellos una nación de tradición musulmana, gesto con el que dio un importante paso para la reconciliación entre oriente y occidente, después de los atentados del 11-S. La última gran señal de este Papa excepcional ha sido su prueba de desprendimiento en tiempos en los que la mayoría de los líderes busca aferrarse al poder y al cargo aunque tengan un pie en la tumba o estén brindando penosos espectáculos públicos que ofrecen muchas dudas sobre el estado físico y mental que padecen.

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