.-Queridos hermanos y hermanas: Nuevamente somos convocados por el Señor para encontrarnos con El, para saber que su deseo es sacarnos de los atolladeros en que, con facilidad, nos metemos nosotros por nuestros errores, por nuestros orgullos, por nuestras prepotencias. El mundo está estremecido por esa peste que se va extendiendo por todos lados, el mundo tiembla frente a algo que atenta a la integridad y a la dignidad humana; nosotros no podemos estar con los ojos cerrados frente a esa realidad, vamos a tratar de descubrir que también con la fuerza de Dios, más allá de las fuerzas de las medicinas, podemos encontrarnos entre todos luchando para terminar con el mal en nuestra tierra.
2.- También el mundo tiembla frente a las amenazas de la economía; demasiadas cosas se han hecho sólo por vanidad, por ostentación, sólo por acumular, olvidando que este instrumento de convivencia pacífica se puede convertir en un instrumento para destruirnos los unos a los otros; ojalá que el mundo, que no quiere reconocer al Señor, pueda por lo menos reconocer la dignidad humana a la que deben servir en todo instante.
3.- En nuestra Iglesia hoy también miramos nuestra marcha, nuestros anhelos y preocupaciones, nos proponemos muchas cosas bellas, nuestra misión permanente para despertar nuestra vocación, nuestro compromiso cristiano para no dudar ningún momento de que el Señor resucitado está con nosotros, pero El nos quiere valientes y generosos para anunciar su mensaje. Hoy día, de manera especial, toda la Iglesia y nuestra Iglesia en Bolivia ora por las vocaciones, ora para que esa palabra de invitación que hace Dios a ciertos hermanos y hermanas, a unos para el sacerdocio a otros para la vida consagrada, sea una voz que sea escuchada, escuchada con responsabilidad y con entusiasmo humano. Es el momento de fusionar la voz que llama y la respuesta humana que debe ser siempre una respuesta llena de generosidad capaz de responder a los anhelos de nuestro pueblo en esta jornada de las vocaciones hoy en la Iglesia católica.
4.- No vamos a llenarnos de palabras frente a tantos hechos que hoy en Bolivia hieren la dignidad de las personas. Los delitos pueden ser cometidos, pero la dignidad de la persona debe ser siempre respetada, sea quien sea, ese fue el estilo del Señor, no lo olvidemos los católicos, nosotros no podemos ser de aquellos que aplauden con mucha facilidad cuando se denigra, cuando se ejecuta, cuando se hace el mal a cualquier persona, así sea la más pecadora, nosotros tenemos que entrar en la línea de la misericordia del Señor que quiere darnos espacios para convertirnos de los males en que muchas veces nos encontramos atrapados.
5.- Los Obispos hace poco, hace unos días hemos llamado a que en estos momentos confusos, en estos momentos en que el temor vuelve a apoderarse de todos, en estos momentos en que tenemos que pensar en una patria libre de temores, es importante volver a tomar los hechos que acontecen con objetividad, con transparencia, con búsqueda sincera del bien de todos para corregir a los que han cometido errores, para por lo menos decirles a los que lo han cometido, tengan la capacidad de comenzar a construir algo mucho más sólido para que no se nos entre el mal por donde menos lo esperamos.
6.- Y en estas preocupaciones nuestras aparece la figura del Buen Pastor, de Jesús. Quién puede negar que hoy más que nunca necesitamos de su presencia, necesitamos de su palabra, necesitamos de su ayuda. Este Cristo resucitado que venció todo lo malo contra el hombre, el pecado y la muerte, este Cristo resucitado que viene a dar vida a su pueblo y vida abundante, este Cristo que sigue instruyéndonos para que seamos sus discípulos y seamos capaces de hablar de esto que el Señor nos enseña, hablar con valentía y claridad para poder ayudar a los pueblos a encontrarse con este Señor que busca por encima de todo la unidad, que sean un solo rebaño bajo la guía del pastor de la libertad, del pastor de la vida, del pastor de la justicia, del pastor que nos va llevar a todos a los pies de su padre para estar allí eternamente alabando los dones, riquezas y misericordias de nuestro Dios.
Yo soy el Buen Pastor, el que da la vida por sus ovejas. Esta es la primera descripción que hace el Señor de sí mismo. “Yo Soy”, no me han encargado que sea un pastor más, no me han dicho que sea un funcionario más, no he venido yo para pelear o imponer algún sistema en los pueblos, yo vengo a demostrarles que mi vida, mi esencia, mi manera de ser es la misma de mi padre, es ser el Buen Pastor, aquel que quiere el bien de todos, aquel que no prejuzga, aquel que ofrece su salvación a todos, aquel que es bondad, que es amor, que es misericordia y que no busca el pecado para juzgar, sino la buena voluntad para acelerar el proceso de cercanía con la salvación que todos buscamos.
7.- “Yo Soy el Buen Pastor”, en cambio los asalariados no cuidan a las ovejas, es otra de las afirmaciones del Señor, El es el que está con nosotros, pero a lo mejor podemos pagar a alguien que vaya a cuidar las ovejas a nuestro nombre, pero aquel que recibe dinero por hacer el bien, al fin y al cabo lo que les interesa es el dinero y se olvida de la dignidad de esas personas, de esas ovejas de Dios que deben ser cuidadas, custodiadas en verdes praderas.
8.-Yo conozco a mis ovejas, las conozco una por una, por su nombre y ellas me conocen a mí”, ahí está un pastoreo extraordinario. Es el Señor que no manda cartas ni discursos, es el Señor que no habla cada rato, sino que se acerca a cada una, para preguntarle a Juan, a Pedro, a María, a todos qué está pasando, qué sucede, que pasa con sus vidas, que está sucediendo con todos sus sueños. Es el Pastor que nos conoce, que sabe dónde estamos, que nos llama constantemente, nos llama a tomar también a nosotros esa responsabilidad de sembrar más cercanía, de sembrar la perspectiva de la fraternidad, más que los precipicios de los odios.
9.- Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí, pero también el Buen Pastor piensa en los lejanos, También tengo otras ovejas que no son de este redil, yo he venido también para buscarlas, para llevarles este mensaje, para despertarles frente a esta perspectiva de Dios, no para imponerles nada, no para sojuzgarlas, para hacerles ver que nuestro Dios, quiere que todos, de distintos pueblos, razas y naciones, seamos realmente un pueblo que ama a Dios y que ama al prójimo, un pueblo que dé testimonio de la manera de actuar de nuestro Dios siempre olvidando el pecado para no juzgar a nadie, pero siempre llamando al crecimiento en el amor, en la entrega y en la responsabilidad. Yo vengo para eso, vengo a entregar mi vida, yo la entrego voluntariamente, no estoy pidiendo que quiten la vida a los demás, a aquellos que no piensan como yo; yo vengo a entregar mi vida libremente, nadie me está obligando, porque yo los amo, los quiero a todos.
10.-Palabras más bellas, más hermosas, más elocuentes, más actuales, será difícil que encontremos en nuestros ambientes. Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente y tengo que darla, dice el Señor, porque esa es la misión que he recibido. Ahí está el talante y la personalidad del Buen Pastor que necesitan los pueblos hoy, que necesitamos también en nuestra Iglesia y que ansiamos que aparezcan cada vez con más claridad para que nosotros, bautizados, para nosotros que tenemos responsabilidades dentro de la Iglesia, sea por la ordenación sacerdotal o por la consagración religiosa, seamos capaces de hacer presente con nuestra vida o nuestro testimonio esta manera de querer al pueblo, de quererlo para que tenga vida, para que tenga verdad.
11.-Este es el Buen Pastor que necesitamos para que el mundo no desfallezca ante la prueba, para que nuestro pueblo no se deje ofuscar por las palabras o a veces la falta de mesura cuando se juzga a las personas o instituciones, a nosotros nos toca colocar aquello que el mundo no da porque no la ha conocido. Aquellos que se oponen a nuestro Dios jamás van a captar que lo que nos interesa a nosotros es que todo lo que se hace para corregir se lo haga realmente para corregir, no para aniquilar ni para matar, que todo aquello que hacemos para animar a los demás sea realmente una animación no a ciertos términos en los que vuelve la esclavitud, sino a los límites de la libertad de los hijos de Dios. Ese es el aporte de Cristo resucitado, ese es el papel del Buen Pastor, es el papel que el Señor ha encargado a su Iglesia y que nosotros tenemos que hacerlo presente y actual.
12.- Nos toca hacer como el Hijo, decirle al pueblo con claridad, al pueblo, delante de sus jefes y ancianos, que el único nombre al que nosotros tenemos que arrodillarnos es el de Jesús, porque en nombre de Jesús se le devolvió la vida al paralítico; en nombre de Jesús se resucitaba a los muertos, en nombre de Jesús se iban cambiando los corazones, en nombre de Jesús se daba una vez más la posibilidad de que la dignidad humana no fuera pisoteada ni siquiera con palabras piadosas.
13.- Ustedes nos piden que demos cuenta por qué hemos hecho el bien a este hombre que estaba paralítico, pues sépanlo, lo hicimos en el nombre del Señor, de Jesucristo de Nazaret, del resucitado a quien ustedes habían matado y que el Padre lo resucitó para nuestra vida. Ahí está la manera de ser del buen Pastor. Cuando hablamos de Buen Pastor no hablamos de “bonachones”, no hablamos de gente que dice “Todo está bien”, “todo está bien”. De ese estilo de pastor no necesitamos hoy, necesitamos de ese estilo de Jesús que Pedro lo asume con responsabilidad que es capaz de decirles: “Para que sepa todo el pueblo”, lo dijo delante de todos los que tienen responsabilidad con él, que Jesús es el único nombre ante el cual el hombre puede arrodillarse.
14.- Pero no sólo es anunciar con entusiasmo, es tener la convicción de que nuestra misión es mucho más profunda, mucho más limpia. Juan ya lo expresa a sus primeros fieles: “Miren qué amor que nos ha tenido Dios, que nos llama hijos y nos hace de veras sus hijos”. Ahí viene ese dinamismo de la Iglesia, que algunos a veces no lo quieren entender, que piensan que por acorralarla en cosas de bienes materiales van a terminar con la fuerza de esta buena noticia que da la Iglesia en nombre del Señor.
15.- Somos hijos de Dios, no sólo nos parecemos, no sólo “nos han dicho”, lo somos de verdad, dice Juan a su comunidad; eso es lo que llena de entusiasmo y de alegría, eso es lo que da una tónica especial a nuestra vocación cristiana, a nosotros, que realmente estamos invitados hoy una vez más a escuchar el llamado del Señor, ese llamado intermitente, ese llamando que hace el Señor a todas las generaciones y lo hace también en todos nuestros ambientes, en esos ambientes donde parece que no hay respuestas adecuadas, lo hace en momentos en que hay problemas y dificultades, en que buscamos, a lo mejor, otras respuestas para estar tranquilos, ahí el Señor nos habla; hoy también nos habla en Bolivia, queremos más respeto a la dignidad, queremos paz, tranquilidad; queremos una justicia que nos haga sentirnos a todos iguales, queremos hacer de este territorio ese espacio que lleve un mensaje a todos los demás que cuando hay unión y caridad, cuando hay comunión se pueden hacer grandes obras sin necesidad de destruir personas.
16.- Hermanos y hermanas, que fiesta más hermosa esta del Buen Pastor, El vuelve a decirnos: “Yo Soy el Buen Pastor, Yo los conozco a todos y cada uno de ustedes, yo sé a quiénes tengo que ir a buscar, yo no soy un asalariado, confíen en mí, pero Yo también confío en ustedes, en ustedes que van a dar testimonio de este mensaje de paz, de amor, de verdadera guía de los pueblos. También confío en ustedes que van a saber decir el sí a todos los llamados que yo hago para dejarlo todo para seguirlo a El. Ese sí que pronunció María y que cambió la historia del mundo porque fue a través de esa palabra tan sencilla que nos llega la salvación que se ha hecho presente entre nosotros y que hoy camina entre nosotros como el vencedor de la muerte y el pecado.
17.- Con este mensaje, queremos solidarizarnos con todo ese pesar que se va expandiendo por el mundo ante esa gripe tan amenazante, queremos ser también voz de aliento para que nuestro país, más allá de esas enfermedades no caiga en las enfermedades del desaliento, del pecado, de la desesperanza, que seamos capaces también de buscar entre todos lugares para dignificar a las personas y personas que sean capaces de respetar a cada uno, no por lo que tiene, sino porque son hijos de Dios.
18.- Queremos llegar a nuestros jóvenes que están en los seminarios, en los grupos vocacionales, a las familias, a los laicos, a los comunicadores, a todos los que conformamos el pueblo de Dios, a mirar hoy con mayor atención a este Pastor que nos guía, el Bueno, el generoso, el que da todo, para que nosotros lo tengamos también todo y ojalá todos pudiéramos comprometernos de manera nueva en la misión permanente que hemos decidido los Obispos comenzar en Bolivia. Amén.
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