Benedicto XVI insinuó hoy, en sus primeras declaraciones en el aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv a su llegada a Israel, su apoyo a la solución de dos Estados, israelí y palestino. Al mismo tiempo, el Pontífice condenó con dureza el "repugnante antisemitismo" que persiste "en muchas partes del mundo".
"Ruego a todos los responsables que exploren todas las posibles salidas que permitan alcanzar una solución justa a las dificultades pendientes, a fin de que ambos pueblos puedan vivir en paz en una patria propia con fronteras seguras y reconocidas internacionalmente", afirmó en su discurso, en el que eludió mencionar expresamente la palabra "Estado". El Pontífice también defendió el libre acceso a Jerusalén para los fieles de todas las religiones que tengan recintos sagrados en la ciudad. "Una cosa que las tres grandes religiones monoteístas tienen en común es su especial veneración a la ciudad santa", afirmó en referencia al Islam, al Cristianismo y al Judaísmo. "Es mi más ferviente deseo que todos los peregrinos de los lugares sagrados puedan acceder a ellos libremente y sin restricciones", añadió. Israel controla Jerusalén desde la guerra de 1967. Su anexión de Jerusalén Este, que incluye la Ciudad Vieja con sus numerosos santuarios, no cuenta con reconocimiento internacional. Israel asegura que todo el mundo tiene acceso libre, pero muchos árabes musulmanes y cristianos han denunciado que los controles de seguridad israelíes les impiden acceder adecuadamente a los lugares sagrados.
A su vez, el Pontífice señaló cómo"desafortunadamente el antisemitismo continúa alzando su repugnante cabeza en muchas partes del mundo, eso es totalmente inaceptable", afirmó el Papa ante el presidente israelí Shimon Peres y el primer ministro Benjamin Netanyahu. "Se deben concentrar esfuerzos para combatir el antisemistismo en cualquier lugar donde se encuentre", agregó.
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