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sábado, 7 de abril de 2007

La Pasión, según Mel Gibson

El director bien conocido como actor inglés, es católico militante y su obra magistral es en primer lugar un testimonio de su catolicismo. El film que se concentra en los dos días de la Pasión en que Jesús recorrió "de Herodes a Pilatos" y terminó siendo azotado para presentarlo al pueblo, "Ecce Homo" he aquí el hombre, todo maltrecho ensangrentado, coronado de espinas y con una túnica roja en son de burla por ser el color imperial, por tanto el color de los reyes, para que el pueblo tuviera piedad de Cristo y pidiera al Gobernador el indulto y que le salvara la vida, porque "el representante del Emperador no hallaba culpa en el Justo", en lugar de despertar la compasión del pueblo, asuzado por los sacerdotes del Sanedrín (El consejo eclesiástico de la ciudad) insistió en que debería ser crucificado. Al final el representante de Roma, temeroso entre disgustar a Caifás (jefe del Sanedrín) y provocar la ira de los discípulos de Jesús, cuya popularidad había comprobado el pasado domingo de Ramos, en forma cobarde y teatral "se lava las manos de la sangre de este Justo", aunque termina condescendiendo a los judíos y ordena al centurión, "haz como ellos quieren" o sea Crucifícale.
La Pasión es sin duda un hecho histórico que no termina de ser debatido. A lo largo de dos mil años la Humanidad ha tratado de interpretar aquel proceso y la condena a pena de muerte que fue veloz, cruel e injusta. Al margen del hecho histórico y concentrándonos en el film de Gibson, vamos a destacar tres aspectos puntuales.
El primero. Se esmera la película en mostrar a los eclesiástico como verdaderos promotores del juzgamiento de Cristo. Incitan al falso testimonio, sobornan a un traidor (Judas) y presionan ante el delegado del Emperador para que ordene la máxima pena. En vano Pilatos trata de "no decidir", lo manda a Herodes para que sea él quién lo juzgue, les reflexiona a los fariseos para que ellos ordenen la muerte, finalmente "fiel a los Evangelios" termina ordenando la Crucifixión.
Segundo. Gibson recrea ciertos pasajes como las pesadillas que soporta Judas asqueado de su propia conducta y las escenas de persecución por grupos de niños convertidos en monstruos de modo que termina colgándose de un árbol. En esta tesitura trata de reconciliar la figura de un judío Simón de Sirene que ayuda a llevar la Cruz y le asigna un rol algo extraño a los relatos, con la presunta idea de mostrar que si los judíos con culpables de la Muerte del Salvador, también le ayudaron en el sacrificio. El papel de al menos dos soldados entre ellos el Centurión Romano que termina reconociendo la Divinidad del Crucificado, para rebajar la culpabilidad de los "extranjeros" en todo el drama de la Crucifixión.
Tercero. Y este ha sido el punto más controvertido del film, el énfasis recargado que se ha puesto en las escenas de violencia, "demasiada sangre" han dicho algunos "crueldad innecesaria" y junto a ello el deleite y placer sarcástico que provoca en los soldados la tortura, el dolor de Cristo y su muerte en la Cruz.
En el corolario y para conciliar con el mensaje cristiano, le falta nitidez y fuerza al hecho histórico de la Resurrección. La película tuvo que terminar en la apoteosis del milagro más contundente del misterio de la Redención Humana.
Por fin hoy, la Televisión de Suecia (un canal comercial) mostró con notable retraso La Pasión de Cristo de Mel Gibson.

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