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lunes, 9 de mayo de 2011

el padre Gramunt que maneja el idioma con maestría califica de "colectivización nupcial" la representación masificada que prepararon los acólitos de Evo en un campo deportivo

Cuando escribí este comentario -es decir, el viernes pasado por la noche- aún no se había celebrado la gran ceremonia colectiva en la que 350 parejas contrajeron matrimonio por la religión oficial del “Estado laico” plurinacional. Así que no podré referirme a la solemnidad, brillantez y seriedad del compromiso de amor y fidelidad entre los contrayentes.
Esta suerte de colectivización nupcial no es ninguna originalidad. Ya la habíamos visto hace años en reportajes venidos de países totalitarios de la era comunista. Por otra parte, ningún precepto ético impide esta masificación de una ceremonia celebrada por personas no bautizadas en la fe católica. Desde el punto de vista estético, me parece borreguil. Pero ya dice el refrán: cada oveja con su pareja.
Lo más chocante de ese espectáculo no es el número de contrayentes, sino el hecho de que el organizador de esa solemnidad adelantó que se trataba de matrimonios celebrados bajo el rito de la “religión autóctona”. No precisó si aymara, quechua, guaraní u otra de las varias creencias que pueblan Bolivia. Una tercera curiosidad anunciada fue que el padrino de tan magno acontecimiento religioso fuese el compañero Evo Morales Ayma, el mismísimo Sr. Presidente del Estado Multinacional, etc.
Así que ya tenemos a los nuevos liturgistas del Estado laico organizando los detalles de la megaboda. La boda es una ceremonia soñada por muchas novias. Pero los nuevos liturgos oficiales la han transformado en una exhibición política multitudinaria. No puedo prever la confianza que los supuestos contrayentes puedan depositar en este ritual. Incluso no me extrañaría que algunas parejas después de la manifestación política, se fueran a un templo de su denominación religiosa, o al registro civil, para intercambiarse el consentimiento y los correspondientes aros, para estar seguros de que estaban realmente casados.
Este justificado encantamiento que tiene la ceremonia nupcial, algunos lo expresan con definir como una expresión más literaria que jurídica, el matrimonio como huerto cerrado que se cubrirá de flores. Todo el mundo sabe que el matrimonio tiene una finalidad primordial que es la procreación y educación de los hijos, así como ayuda mutua, complementación de lo espiritual y unión de vida.
ANF

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