Vistas de página en total

martes, 31 de mayo de 2011

la santidad consiste en vivir en amistad con Cristo, cada día con la alegría cristiana de cumplir su Voluntad

UNA ACTITUD BÁSICA: LA CONVERSIÓN
La vida no siempre alcanza las metas esperadas y el aroma del pecado se deposita en nuestra alma como si esperara de inmediato alejar al ser humano de la ruta determinada.
La vida cristiana está llamada permanentemente a crecer y a perfeccionarse. Por esta razón, la actitud propia y específica es vivir en conversión.
La conversión nos recuerda que nuestro referente no es otro que el Santo y nuestra vocación es la santidad, y que la mediocridad y la acomodación se instalan a menudo en nuestra vida.
Benedicto XVI decía que la conversión a Cristo es la respuesta más eficaz al mal: “…Cristo invita a responder al mal ante todo con un serio examen de conciencia y con el compromiso de purificar la propia vida… La conversión vence al mal en su raíz, que es el pecado, aunque no siempre pueda evitar sus consecuencias” (11-05-2007).
Reconocer la llamada a la santidad conlleva la condición de sentirnos pecadores en nuestra experiencia religiosa ante la inmensidad de la misericordia y la compasión del Santo, Dios.
Simón Pedro, ante la llamada de Jesús de “remar mar adentro y echad vuestras redes para pescar” (Lc 5,4) y la consiguiente pesca milagrosa, se sintió sobrecogido y exclamó: “Aléjate de mí, Señor, que soy un pobre pecador” (Lc 5,8b).
¡Cómo resuenan en nosotros las palabras de Jesús: “habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión” (Lc 15,7)!
¡Cómo brilla en el interior de cada uno de nosotros: “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rom 5,20b)!
¡Cómo sabemos que la conversión a Cristo es la respuesta más eficaz a la semilla del mal y al florecimiento de la maldad, y la aspiración permanente a la santidad!
Ser santos es lo importante que lleva al ser humano más allá incluso de la meta moral que consiste en construir un "hombre auténtico y realizado". Los santos palpan de vez en cuando la perfección suprema de Dios y nos recuerdan a los humanos que el mal puede ser vencido solamente con sacrificio, constancia y confianza.
Ser santos es la grandeza del ser humano que reconoce que el evangelio solamente puede transformar las raíces de la sociedad y de la humanidad, anclados a menudo en la tierra de la propiedad privada, el lucro y el poder. ¡Sí, adquirir, poseer y lucrar son los derechos sagrados e inalienables del individuo en nuestra sociedad y los santos nos recuerdan que todo eso debe ser superado y triturado por el amor!
Ya lo decía Madre Teresa de Calcuta que "la santidad consiste en hacer la voluntad de Dios con alegría... La fidelidad forja a los santos”.
¡En este día, por favor, recuerda que la santidad es solamente esto, hacer la voluntad de Dios con alegría, y necesitamos la conversión, que “vence al mal en su raíz, que es el pecado, aunque no siempre pueda evitar sus consecuencias” (Benedicto XVI)!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

invitación a comentar lo publicado. la única restricción está en un lenguaje pulcro, directo, sin insultos ni palabras soeces que dañen la dignidad