Nada sucede sin la venia del Señor. Todo encaja en su Divina Providencia, por lo que abandonarse en sus brazos y repetir la oración de cada dia "Hágase tu Voluntad..." es la forma más sabia y más humana de aceptar la vida con sus grandezas y sus miserias.
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jueves, 14 de abril de 2011
no obsesionarse para tener más y valorar así "tanto vales tanto tienes". jamás entregarle el corazón a la riqueza
“NO DARLE NUESTRO CORAZÓN”
Ante el dinero y los bienes materiales se pueden tener varias posturas. Mientras unos piensan que el dinero no vale nada, para otros lo es todo, concluyendo “poderoso caballero, don dinero”.
Lo realmente importante es la posición que el ser humano tiene ante el dinero. Una cosa es invertir, emplear y negociar con él, y otra cosa es obsesionarse para tener más y valorar a la gentes por el lema “tanto tienes, tanto vales”.
El dinero sin amor es aplastante y vanidoso, genera ansiedad y lleva a un callejón sin salida.
Jesús de Nazaret dice en el Evangelio: “No amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mt 6,19-21).
Horacio decía que “El que no sabe vivir con poco será siempre un esclavo”. ¡Suena con fuerza esta máxima de Horacio en esta sociedad consumista y esquizofrénica, una sociedad que valora todo por el dinero y sigue a ciegas este lema: "Tanto tienes, tanto vales", "Todo tiene un precio"!
Mientras engañamos a nuestra conciencia y a nuestra libertad a base de cadenas de dinero, algunas voces privilegiadas advierten que "no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita".
Mientras todos los ciudadanos añoramos una vida cada día más repleta, basada en acaparar y tener más, los hombres y mujeres más libres reclaman para este tiempo autenticidad.
Mientras la sociedad condiciona la felicidad con el tener y estar "a la última", aparecen testimonios desgarradores de hombres y mujeres adinerados que están hastiados de su riqueza y reclaman un ambiente más saludable lejos de tanto bienestar material. Recuerdo que una de las mujeres más ricas decía amargamente: “Soy tan pobre, tan pobre, que lo único que tengo es dinero”. Acabó mal.
Mientras la publicidad nos invade y nos pide gastar el dinero que no tenemos para comprar cosas que no necesitamos, muchos suspiran una sociedad más igualitaria y menos esquizofrénica.
Mientras unos piensan que “poderoso caballero es don dinero”, otros descubren que hay que invertir, emplearlo y negociar con él pero no darle nuestro corazón.
Un hombre de negocios se acercó a un sacerdote y le preguntó: “¿En qué podría ayudarme la espiritualidad a un hombre de negocios y de mundo como yo?”. El sacerdote le dijo: “Te ayudará a tener más y a compartir con el que no tiene”. El hombre le preguntó: “¿De qué manera?”. El sacerdote le respondió: “Enseñándote a desear menos”.
¡Sí, la experiencia nos demuestra que "el que no sabe vivir con poco será siempre un esclavo", y que para tener una correcta relación con los bienes debemos “no darle nuestro corazón”, enseñándote a desear menos y a compartir con el que no tiene!
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