Los Obispos de Bolivia identificaron, en la clausura de la nonagésima séptima Asamblea, tres miserias latentes que afectan a la sociedad boliviana y a sus gobernantes; la material, moral y espiritual, por lo que demandaron el concurso de la población y los encargados de administrar el andamiaje del país a asumir el desafío de superar este panorama sombrío mediante una profunda conversión y crecimiento espiritual comunitario.
Los Obispos recordaron el mensaje cuaresmal del Papa Francisco, que invita a los fieles católicos a la conversión "desde el seguimiento de Cristo", quien "siendo rico se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza". Recordaron que el Papa Francisco advierte que la miseria no coincide con la pobreza, pues la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza.
En ese marco, señalaron que es evidente la gravedad de la miseria moral que afecta a la sociedad en varios ámbitos: "Particularmente compartimos la decepción y el escándalo que se difunden cada vez más en el país por la creciente y siempre más evidente corrupción, de manera más evidente en el ejercicio de la Justicia, dañando la convivencia social, engendrando inseguridad ciudadana y sumiendo en el dolor e impotencia a tantos ciudadanos y sus familias".
"Los hechos delictivos exigen ser esclarecidos con transparencia y verdadera justicia, si queremos lograr un clima de paz auténtica. Una recta conciencia y coherencia de vida cristiana prohíben siempre la complicidad con el mal, la injusticia y el encubrimiento de la verdad", señala el mensaje de los obispos a la población boliviana.
Al respecto, recordaron las palabras del Papa Francisco: "Los corruptos son peores que los pecadores… porque es muy difícil que un corrupto vuelva atrás".
Asimismo, identificaron a la actividad ilegal del narcotráfico y la drogadicción como otros signos extremos de miseria moral, un grave problema que atañe a todos los sectores de nuestra sociedad. "Sumamente preocupados por este mal, denunciamos a los comerciantes de muerte que se enriquecen a costa de la vida de las personas, especialmente de la juventud, y a todos aquellos que colaboran en este negocio criminal. Así mismo exhortamos a quienes tienen mayor responsabilidad prevenir y combatir este flagelo con todos los instrumentos legítimos".
Miseria material
Para los Obispos, la miseria material es la que habitualmente se llama pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana; privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural, señalan los obispos.
Consideran que una muestra de esta miseria se ha observado en los rostros sufridos de la población beniana, víctimas de las inundaciones e inclemencias del tiempo: "Como pastores nos solidarizamos con ellos. Nos conmueven y reconocemos, como signo de esperanza, las generosas muestras de solidaridad de parte de tantas personas e instituciones públicas, privadas y eclesiales. Confiamos que todos, en especial las autoridades responsables del bienestar de la población, apoyen la rehabilitación hasta que se repongan condiciones de vida digna para los damnificados".
Los obispos consideran que en el Beni y en los otros lugares afectados por las inundaciones es vital ayudar con semillas, ganado y otros insumos, además de encarar la reconstrucción de casas en el marco de un compromiso serio y duradero en el tiempo. Al mismo tiempo exhortan a que se promuevan acciones para un mayor cuidado de la naturaleza, que es un don de Dios, y se trabaje en la construcción de las infraestructuras necesarias para afrontar los fenómenos climatológicos cada vez más desafiantes.
Esperan que la reconocida bonanza macro económica de Bolivia sea siempre administrada con eficiencia, transparencia y equidad en proyectos a favor de todos los ciudadanos, especialmente de los más necesitados, priorizando obras de salud, educación e infraestructura, evitando todo lo que signifique ostentación, despilfarro y favoritismos partidarios.
Miseria espiritual
Asimismo, los Obispos señalaron que la miseria espiritual golpea a la población cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor: "Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera".
Lamentaron que en las relaciones personales, sociales, regionales y políticas se pretenda prescindir de Dios, por lo que rechazaron frente a los problemas que se recurra al uso de la fuerza, la violencia y el conflicto, descalificando el diálogo sincero y abierto.
Otra consecuencia de una vida sin Dios, señalaron, es el deterioro de los valores éticos y morales en la convivencia social con graves consecuencias. La inseguridad ciudadana, la violencia, el recurso a la justicia por manos propias, el alcoholismo, el abuso y explotación sexual de menores, la trata de personas, la insuficiente atención a niños y jóvenes en desventaja social, son los titulares que cada día ocupan los medios de comunicación.
Conversión
Ante este panorama sombrío que podría influir en el desánimo y la desconfianza, sentimientos que no tienen cabida en el corazón de los cristianos, los obispos plantean a la luz de la Pascua, que ilumina el camino cuaresmal, creer en la presencia confortadora de Cristo Resucitado, vencedor del mal y de la muerte, que ha revelado el rostro misericordioso del Padre y que nos llama a la conversión y a un decidido cambio en la vida personal y social.
"Todos somos pecadores e invitados a convertirnos, llevando la luz del Evangelio a la vida cotidiana para ser fieles a Cristo. Esto nos exige nuevas relaciones con los hermanos, como nos plantea el profeta Miqueas: "Tú sabes, oh hombre, lo que es bueno. Practica la justicia, el amor y la misericordia, y camina humildemente con tu Dios".
"En este humilde camino hacia la vida nueva, nuestra Iglesia se prepara a la celebración del Congreso Eucarístico Nacional de julio 2015 en la ciudad de Tarija. Es la oportunidad de profundizar nuestra conversión y crecimiento espiritual comunitario, a la luz del lema "Eucaristía: pan partido para la vida del mundo". El Congreso Eucarístico es una etapa importante de la Misión Permanente en la marcha de nuestra Iglesia, convocada a salir a las periferias materiales y morales para dar testimonio gozoso del Evangelio y de la Misericordia gratuita de Dios, señala el mensaje de los obispos.
Finalmente recordaron que el próximo 27 de abril, serán declarados santos los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II, testigos de la esperanza y del amor de Dios que han marcado profundamente no sólo la vida de la Iglesia sino de toda la humanidad.
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