El papa Francisco acaba de marcar una nueva línea, clara y contundente, contra los abusos de niños en la Iglesia católica. Para ello, pidió perdón por los abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes contra los menores de edad, uno de los delitos flagrantes más graves y más devastadores por sus efectos físicos y sicológicos. El pontífice ha pronunciado el mencionado mea culpa delante de la comisión especial que la Iglesia ha conformado para investigar a fondo este problema que afecta no solo a la estructura del catolicismo, sino a toda la sociedad en sus diversos planos.
Con enorme sinceridad y firmeza, Francisco ha dicho que se dará un paso atrás en la voluntad política del Vaticano para combatir esta lacra social que ha minado sensiblemente la credibilidad de la Iglesia católica y que el actual papa está decidido a erradicar. Debido a que se trata de un fenómeno sistemático, las soluciones tienen que apuntar en el mismo sentido. Los abusos contra menores de edad no se producen como hechos aislados, sino que son producto de conductas sicopáticas de sus responsables que se amparan en una estructura de impunidad que logra evitar que se haga justicia con los autores de estos delitos.
De esta forma, el papa ha remarcado la enorme responsabilidad que tienen los educadores católicos a la hora de tratar con niños y niñas en todo el mundo. Para ello, se están revisando los procedimientos y normativas a fin de cerrar los caminos a quienes abusan de su poder para atropellar la humanidad de los más pequeños.
Es imprescindible que los responsables sean llevados ante la justicia ordinaria como corresponde. “Me siento interpelado a hacerme cargo de todo el mal que algunos sacerdotes, bastantes, bastantes en número, no en comparación con la totalidad, han hecho. Quiero hacerme cargo de pedir perdón por los abusos sexuales contra los niños”, afirmó.
Además, destacó la exigencia de evitar la manipulación educativa de los menores a través de un pensamiento único y la necesidad de que los niños y las niñas puedan acceder a conocimientos diversos sobre la realidad que hoy vivimos desde puntos de vista también heterogéneos. “Tenemos que ser muy fuertes, con los niños no se juega”, sentenció el papa para que no queden dudas sobre el rol que tienen tanto las autoridades, los líderes sociales, los educadores, los tutores y los padres de familia en este proceso complejo y desafiante para garantizar el desarrollo humano, social y cultural de los menores
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