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jueves, 27 de diciembre de 2012

No tengan miedo. les dijo Jesús a los pescadores, a Pedro que caminó unos pasos sobre las aguas, hasta que al desfallecer su confianza empezó a hundirse...no tengamos miedo. los fetiches pasarán y la Luz de la Fe de Cristo volverá a resplandecer con fuerza (ANF)


Me da pena ver cómo la Navidad va perdiendo terreno, incluso entre los bautizados. Se ha mercantilizado tanto que apenas se percibe su profundo contenido cristiano. Me da pena ver la foto del Sr. Presidente hincado de rodillas y enarbolando un humeante pebetero en honor de la Pachamama. Fue en la Isla del Sol el pasado 21 de diciembre, día del solsticio de verano, consagrado por los feligreses de la doctrina cósmica, fecha en la que, según la versión del calendario maya, el mundo se acabaría y brotaría un nuevo cosmos de la armonía y del vivir bien. El señor Canciller, responsable de las relaciones exteriores del Estado Plurinacional y laico de Bolivia, fue el portavoz de esta idílica doctrina. ¡Idílica! Pero increíble.
El hecho no es nuevo. La historia de la humanidad abunda en papanatismos de todo color. La experiencia nos ha enseñado que, cuando se pierde la fe, crece la superchería.  Jesús de Nazaret, nacido de la Virgen María ya anunció que estaría con sus fieles, hasta el fin de los tiempos. No tengan miedo, les dijo a los apóstoles cuando se desencadenó la tormenta en al lago Tiberíades. “Hombre de poca fe” le increpó el Señor a Pedro cuando, habiéndole ordenado que se acercara donde Jesús caminaba sobre las aguas, el discípulo pescador tuvo miedo y empezó a hundirse.
No teman, hombres de poca fe, ¿por qué han dudado?, repite el Papa Benedicto XVI a los dubitantes que, de vez en cuando, se dejan engatusar por mitologías inventadas por los seudoteólogos y artísticos liturgistas, metidos a políticos. Pues sí, abundan los signos de un eclipse de la fe cristiana. Pero los seguidores de Jesús, no tengan miedo de proclamar la fe que heredamos de nuestros mayores. Por mostrar algunos ejemplos de de la “emigración” religiosa de muchos bautizados, mencionaré unos pocos.
La familia tradicional cede el paso a las uniones conyugales de personas del mismo sexo. Cada vez hay menos parejas que contraen matrimonio religioso católico.
Y, más grave todavía, en algunos países se legaliza la adopción de menores por parte de parejas convivientes del mismo sexo. ¿Qué puede esperarse de esos niños que llaman padre a una mujer y madre a un hombre? ¿Esos menores tienen alguna idea del significado y responsabilidades de ser varón o de ser mujer? Curiosamente se da el caso de que el primer ministro británico David Cameron no se opone al matrimonio gay. Pero no lo admite entre los anglicanos, de quienes la reina Isabel II de Inglaterra es la suprema autoridad. El otro signo de alejamiento de la fe es la disminución de la asistencia a misa los domingos y fiestas de guardar.
Ensanchando la mirada al mundo en que vivimos, comprobamos el avance imparable del Islam. En la Europa de las catedrales y de los grandes pensadores cristianos y humanistas, se elevan los espigados minaretes de las mezquitas, desde donde se invoca a Alá.
Visto este panorama, se comprende que muchos católicos tengan miedo del elipse del cristianismo. ¡No¡ Pues tenemos la promesa infalible del Señor: No tengan miedo. Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos. Y por si alguno tiene dudas, ya pasó el fatídico 21 de diciembre y no pasó nada.

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