- ¿Qué significa para usted cumplir 50 años de sacerdocio?
-Quiero resaltar el privilegio y la bendición del Señor por estos 50 años que me ha tocado vivir al servicio de la Iglesia y del país. 50 años encierran un sinnúmero de aspectos históricos. Nos han tocado las tempestades de los tiempos de dictaduras militares, nos ha tocado la frialdad del proceso neoliberal, pero la Iglesia está siempre con un mensaje claro, un mensaje de Cristo que ilumina y ayuda y que no nos permite dormir en nuestros laureles, que siempre es una invitación a ir adelante, a no encerrarnos en nuestras propias búsquedas, sino a buscar el desafío de los cristianos: el reino de Dios.
- ¿Cómo evalúa la fe católica en estos 50 años de sacerdocio?
- Creo que en estos 50 años me ha tocado ser testigo del salto cualitativo y mayor fe que ha tenido la Iglesia católica por el Concilio Vaticano II (sentó las bases para la renovación de la Iglesia frente al mundo moderno). En Bolivia la aplicación de esto ha sido rápida, se han formado las comunidades de base y los movimientos apostólicos; se ha intensificado la enseñanza en escuelas y lugares de trabajo. Creo que se ha hecho una iglesia más dinámica. Yo veo una iglesia que ha dado saltos extraordinarios para vivir todo lo que el concilio nos pide, pero también nos hace más comprensivos en cuanto a las libertades.
- ¿Cuáles han sido sus momentos cumbre y los más difíciles?
-A lo largo de la historia hay de todo, hay aspectos muy positivos aún en medio de las grandes dificultades. Cuando hay dificultades u oposiciones es difícil que nosotros dejemos a nuestros fieles en una especie de incertidumbre, al contrario, se despierta más el entusiasmo. Eso lo he podido vivir últimamente en Santa Cruz, donde el deseo de manifestar la identidad propia ha crecido y pensamos que Santa Cruz no necesita ningún decreto o ley para que sea creyente.
- ¿Como recibió el nombramiento como cardenal?
- Bueno, eso fue más para Iglesia. Eso es algo que anima o que lo pone a uno en sintonía con la Iglesia, pero también tiene sus responsabilidades. El asesorar al santo padre en los problemas mundiales de la Iglesia no es un trabajo fácil, pero de una u otra manera lo hacemos, ya sea a través de la Internet o en reuniones en Roma. También está el compromiso de defensa a la Iglesia y al santo padre.
-¿Cuáles son los desafíos de la Iglesia?
-En Bolivia las expresiones de fe son diferenciadas porque responden a motivos culturales. En estos 50 años nos ha tocado estar humanizando la crueldad de las tiranías. Hemos dado alojamiento, hemos escondido a mucha gente y los hemos ayudado a salir. Muchos de ellos están hoy dando la vuelta a la historia, muchos de ellos están presentes en este nuevo proceso en Bolivia. La Iglesia siempre ha respondido, su papel es humanizar la crueldad. En Oruro, por ejemplo, cuando despidieron a unos 30.000 obreros, era importantísimo que la Iglesia, a través de su pastor, pudiera tomar una opción clara de defensa de la dignidad humana, que no debían ser echados sin una justa compensación. Así lo hicimos.
- Como líder de la Iglesia, ¿qué le preocupa más en estos momentos del país?
- Creo que es importante que el país capte que este momento es histórico e irrepetible y que hay que aprovecharlo para avanzar, no para formar otra vez los mismos cuadros que encierran revanchismo. Creo que es el espacio de apertura, quién no va estar contento de ver a miles y miles de hermanos nativos haciendo escuchar su voz, quién no va a estar contento de que se vaya forjando un bienestar. Lo que a nosotros nos toca decir es que eso sea para todos y sea en respeto también a la naturaleza. De ahí que nuestra palabra de apoyo a todo lo que es la creación no es una cuestión de coyuntura, es una cuestión que nosotros la traemos por compromiso de fe y lo seguiremos defendiendo y haciendo que quienes tienen esas inquietudes no vayan a decaer en sus conquistas.
- ¿Cuáles son los planes del cardenal tomando en cuenta que, según las encuestas, usted podría ser el único hombre que le haga frente a Evo Morales? ¿Usted sería candidato a la Presidencia?
- A mis 77 años sería un iluso. Además, ni se me ha ocurrido en estos 50 años de sacerdocio querer ocupar un puesto político. Lo que manda el derecho canónico, que cuando se llega a los 75 años hay que presentar la renuncia, esto ya lo hemos hecho hace dos años, pero si no la han aceptado será porque todavía el mayor de todos va a seguir adelante un tiempo más.
- El Gobierno ha tomado a la Iglesia como enemiga ¿Es el momento más difícil de la Iglesia desde que está en el sacerdocio?-Si este fuera el único momento en que se nos ha dicho eso, estaríamos preocupados, pero todos (los gobiernos) nos han dicho eso. En 50 años de historia que llevo siempre nos han dicho que la Iglesia es enemiga, pero es porque nosotros tenemos un lenguaje de humanismo, no aplaudimos la violencia ni la persecución y no podemos aplaudir la manipulación de las leyes. Tenemos que ayudar a que se dignifique la política para el servicio del país, no porque nosotros queramos ocupar el puesto de los líderes políticos, sino porque es nuestra misión espiritual.
- ¿Por qué se critica al Gobierno?
-No es al Gobierno al que se critica, en un diálogo que yo tuve con el presidente fui bastante claro: la Iglesia no es un instrumento de apoyo a un partido, pero será siempre la que ayude a avanzar en las cosas que sean buenas para todos. Creo que el socialismo debe tener esa función para no tener que repetir la historia en la que siempre han sido unos cuantos los que se ven favorecidos. No hay ninguna intencionalidad de molestar solo al Gobierno. Muchas veces mis pláticas van también a los problemas y a grupos locales, o sea, que es la palabra que se lanza y si hay buen terreno, caerá y producirá frutos, pero si el terreno es malo, no vamos a tener la dicha de tener frutos.
- El presidente confesó ser católico, pero dijo que está decepcionado de la Iglesia católica.
- Bueno, el que se haga esas expresiones, a veces, a la ligera y sobre todo de boca de los responsables del país puede aparecer como un drama tremendo. La Iglesia no nace para apoyar a un proyecto político, pero si ese proyecto es en bien de las mayorías, adelante. Vuelvo a decir, nuestra preocupación es que esto no sea un nuevo espacio de corrupción, de estar siempre peleados entre nosotros. Pero, no va por ahí la alegría de cumplir 50 años, sino ver que a pesar de que los católicos estemos reducidos por los actores que conocen, hay mayor convicción.
- Se ha destapado un nuevo caso de corrupción en el país y el vicepresidente ha dicho que ni el Vaticano está libre de corrupción, ¿cómo ve esto?
- Como ligereza porque no le han preguntado qué pasa en el Vaticano, le han preguntado qué pasa acá. Es muy ligero decir igual hay corrupción en el Vaticano. Hay también problemas, por supuesto, pero sería bueno seguir la noticia. La ley está en vigencia para todos, especialmente para aquellos que se han aprovechado del lugar en que se encontraban.
- La Iglesia universal ha perdido católicos y Bolivia tampoco es la excepción.
- Si tomamos el espíritu de la conferencia episcopal de Aparecida (Brasil), es una constatación de que en muchos espacios ha retrocedido el número de católicos, pero también expresamos nuestra alegría de respetar su conciencia y de saber que si somos leales al mensaje del Señor seremos diferentes pero como hermanos.
- En sus homilías usted habla de lo verdadero y lo falso, de la vida y la muerte ¿qué significan estas palabras para el cardenal?
- Los verdaderos cristianos son los que tienen a Cristo como su señor y salvador, no pueden buscarse a otro señor porque si lo hacen caen en una falsedad de fe. Lo otro, creo que es un derecho fundamental del ser humano, la vida, sin vida no hay otros derechos, los cadáveres no tienen derecho a pensar solos o caminar donde quieren. La vida es el fundamento porque Jesús vino para que la vida sea abundante. Cuando hablo de signos de muerte no solo me refiero a la violencia y a la persecución, sino también a la inseguridad en nuestro ambiente. Son signos de muerte que se multiplican a diario, donde se mata, se viola, se hace cualquier cosa sin importar si se trata de niños, jóvenes o ancianos.
- Hablando del Tipnis, ¿le preocupa lo que pueda ocurrir ante la resistencia que hay en los indígenas y la insistencia del Gobierno?
- Sería fatal si ahora, a mis 50 años, no me preocupara. Me ha preocupado desde que fui ordenado. El respeto a los otros, la capacidad de perdón y de reconciliación, la capacidad de encontrarnos a pesar de las diferencias y, sobre todo, la capacidad de hacer que la creación no sea para algunos, sino más bien que se proyecte como elemento de vida para otras generaciones. Por supuesto que nos preocupa si esto termina en violencia entre hermanos, hacemos votos para que no sea así. Tenemos que buscar los caminos de encuentro que nos saquen de la confusión en la que nos colocan algunos. Al diálogo lo pueden archivar un tiempo, pero no pueden tener eternamente al pueblo sin un diálogo coherente. No se facilita mucho decir que aquellos que se oponen serán penalizados, eso complica más. Todos podemos expresarnos si estamos de acuerdo o no porque es un problema del país, no es una republiqueta, es la riqueza cultura, sobre todo, del oriente boliviano. Es el pulmón de nuestra sociedad y hay que preservarlo. Hago votos para que eso no termine mal y que los consensos vayan produciéndose, aunque es difícil hablar en estos momentos de una consulta previa, cuando lo previo debió haber sido ya hace tiempo.
- ¿La Iglesia llama constantemente a que el diálogo sea la forma de solución?
- Llamamos a un diálogo constante para analizar los problemas del país y buscar soluciones entre todos, de forma razonable porque cuando se pierde lo razonable quiere decir que la cosa ya no está funcionando. Que el diálogo no sea cuando ya el conflicto está en marcha, es muy difícil solucionar un problema cuando se ha impuesto la causa en la calle o en las declaraciones de los responsables, pero aún allí el diálogo es urgente.
- El rol cumplido por usted, sentando las bases principistas de la Iglesia genera una preocupación ciudadana para saber quién viene después del cardenal
- Por supuesto que gran parte de la misión sacerdotal y episcopal que me ha tocado vivir ha sido también para preocuparnos de los pastores nacidos aquí. De seis que encontré cuando llegué acá hoy hay 34. Será el Señor quien verá quién me suplirá, porque ahora todos saben que quien será mi sucesor nombrado es el arzobispo coadjutor.
- ¿Cómo ve lo que está pasando con el gobernador Rubén Costas?
- Con preocupación porque lastimosamente no se está tomando en cuenta que hubo una consulta sobre eso, que ha sido extraordinaria en porcentaje. Que se han malgastado unos pesos o que se ha dedicado a esto, eso debieron haberlo solucionado antes, no ahora después de cinco años. Lo que deseamos es que la ley no se reduzca a sacar autoridades elegidas, sino para que busque caminos para que todos los que reciben el apoyo del pueblo entren en esos grupos y puedan ser defendidos para que puedan ejercer su responsabilidad.
- ¿Cómo ve la libertad de prensa y de expresión?
- Creo que en general hay libertad si uno lee y escucha las cosas que se dicen, pero la libertad de expresión no tiene que ser privilegio de un grupo, es una condición del ser humano. El ser humano no puede guardarse las cosas por miedo a que no lo dejen expresar, la persona tiene algo más valioso que cumplir una norma para que no se enojen los que se sienten aludidos. Podemos hacer mucho más para que la libertad de expresión nos lleve a centrar el respeto a la persona.
- ¿Cómo observa el deterioro moral de la sociedad boliviana?
- Principios morales para la Iglesia no son unas leyes de rigorismo espiritual, son aplicaciones del mandamiento de que nos amemos todos. Cuando falta esto, allí falta la moral. Lo inmoral no es solo la cuestión de una sexualidad pervertida también es la falta de generosidad, de hermandad o cuando no sabemos perdonar.
- ¿Cuál es su mensaje cuando vemos violencia o a un joven que solo piensa en destrucción y mata a personas?.
- O la compra venta de personas y de niños, la venta de órganos humanos. Hay cosas que no podemos dejar que pasen así. El cardenal no busca echar la culpa a unos o a otros, sino que invita a la sociedad a pensar. Por ejemplo, este hecho de Estados Unidos es lo más inhumano que podamos ver. La sociedad qué culpa tiene, la producción artística y la violencia que se pasa en los grandes medios qué influencia tienen. Eso envenena a los jóvenes y niños, peor si no hay un espacio para que esas personas encuentren un equilibrio en sus propias vidas.
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