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jueves, 9 de junio de 2011

era obispo de una diócesis bonancible en España. de pronto sintió que todo era muy cómodo y le nació vocación de misionero. llegó a Santa Cruz y ha desarrollado una obra extraordinaria. su palabra es respetada

La verdad de Castellanos, aunque duelaTuffí Aré Vázquez / PeriodistaMonseñor Nicolás Castellanos hace mucho por el país y habla poco. Cuando se pronuncia públicamente sobre algún hecho de la vida nacional su palabra vale demasiado, porque lo que dice tiene contenido y peso. Además, lo hace con la autoridad que le da su enorme y maravillosa obra. En realidad, sus dichos siempre son sustentados por sus hechos. Si hay alguien coherente es él. Habla en nombre de los pobres y vive con ellos, como ellos y para ellos. No ha necesitado partido político ni la aparatosa propaganda para llevar algo de bienestar a los más desposeídos de Santa Cruz y de otras regiones de la nación. Ha cambiado la vida de muchos de los bolivianos históricamente excluidos, sin necesidad de pregonar revoluciones, que no lo son, ni de confrontar a la gente para levantar imperios endebles. Él construye un sólido imperio de caridad, justicia y solidaridad llamado la Ciudad de la Alegría. Su obra modelo nació en 1992 en pleno Plan Tres Mil y se ha replicado en poblaciones como La Guardia, Pailón, Porongo, El Puente, el norte cruceño y otras zonas del país donde los pobres solo son buscados por los políticos en los tiempos de los votos.
Castellanos y su Fundación Hombres Nuevos han ofrecido mucho más que cualquier gobierno en esos lugares. Millones de dólares y euros han sido invertidos por el obispo emérito de Palencia en decenas de escuelas, universidades, hospitales, centros culturales, polideportivos, orquestas musicales, albergues y comedores para los más pobres.
Por eso su palabra tiene fuerza y se debe tomar en cuenta, le duela a quien le duela. En las últimas horas, Castellanos volvió a hablar. Lo hizo con la energía de otros momentos en los que vio peligrar principios y valores de una ciudad y de un  país a los que ama. Como hace unos años, cuando protestó por las forzadas alianzas que le dieron el poder a un candidato perdedor, el monseñor del Plan Tres Mil reapareció últimamente para hacer escuchar su protesta.
Con su firmeza habitual, reclamó por la detención de Jorge Morales, a quien considera el mejor alcalde de Bolivia. También protestó por la inhabilitación de René Joaquino, a quien califica como otro ejemplar líder de la izquierda boliviana castigado por la compra de vehículos de medio uso, siendo que nadie hace nada contra la compra de un avión presidencial de 38 millones de dólares. Castellanos dice estar muy preocupado por lo que él mismo llama persecución política, el aumento de la corrupción y el incremento del narcotráfico.
Esta es la verdad valiente de un cura de la Santa Cruz profunda, que está molesto por los excesos del poder. No debería extrañar que la respuesta sea tan implacable como la que recibió otro obispo que se atrevió a denunciar la presunta expansión del narcotráfico.

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