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martes, 21 de septiembre de 2010

respuestas que uno espera de Dios ante nuestras preguntas repetidas en voz baja

A las personas nos gusta, deseamos, tener una respuesta a nuestros interrogantes, deseamos tener como una constatación de que somos escuchados, comprendidos, apoyados. Esperamos que las personas con las que vivimos comprendan nuestros anhelos y de alguna forma nos ayuden a conseguir hacer realidad lo que nos proponemos.

Igualmente también solemos intentar poner atención a cuanto nos dicen los demás, miramos de comprender tanto aquello que les hace felices, como aquello que les hace sufrir. Expresarnos, compartir, ser escuchados es un deseo que toda persona lleva dentro, porquenadie desea vivir en soledad.

Hace un tiempo me llegó un powerpoint que explicaba las distintas reacciones de la gente ante diversas situaciones. Personas llenas de ilusión, con el rostro que transmitía alegría, personas con aspecto abatido o triste, mayores o jóvenes, incluso niños, parecían transfigurarse según el ánimo que les invadía. El montaje nos iba conduciendo por espacios llenos de luz o de penumbra, pero se iba repitiendo siempre la misma idea: “Dios nos llama a ser felices, Dios nos ofrece la vida para ser felices”.

Las palabras del profeta Isaías nos recuerdan que "los caminos de Dios no son los nuestros” y que “nuestros caminos están lejos de los caminos del Señor como el cielo está lejos de la tierra”, también aparecían muchas veces en el montaje.

En un momento se afirmaba: “Dios sólo tiene para el hombre tres expresiones en respuesta a sus súplicas: Sí, todavía no o tengo pensada otra cosa para ti”. A todos nos gusta entrever una respuesta afirmativa a nuestras súplicas, nos anima darnos cuenta de que nuestros deseos se acercan a lo que Dios tiene pensado para nosotros, cuesta más aceptar un “todavía no” y especialmente nos cuesta entender que el Señor pueda tener otra cosa pensada.

Sin embargo creo que la vida de cada persona va siendo el resultado de estas tres respuestas de Dios a nuestra súplica. Sólo nos queda intentar adecuar la súplica a lo que Dios quiere darnos, para que podamos decir que nuestra vida es un Sí a Dios y que este sí nos hace profundizar y valorar todo cuanto tenemos y somos. Porque “el Señor sólo tiene tres palabras en respuesta a nuestra oración…”. Texto: Hna. Carmen Solé.

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