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domingo, 22 de septiembre de 2013

temas pendientes. sacerdotes que abandonan la Iglesia. mujeres que reclaman un rol mayor. homosexuales. divorciados. aborto y eutanasia. Francisco está tratando de encontrar soluciones modificando la línea tradicional de la Iglesia. son anticipos de grandes cambios.

El papa Francisco considera "necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva".

Según el Pontífice, las mujeres están formulando cuestiones profundas que la Iglesia debe afrontar. “La mujer es indispensable para la Iglesia", opinó en una entrevista publicada por la revista Civilta Cattolica, la pasada semana. 

El papa también ha señalado que "Dios en la creación nos ha hecho libres" y que "no es posible una injerencia espiritual en la vida personal", al resumir su discurso sobre los divorciados y los homosexuales.

La demanda de las mujeres es la democratización y alcanzar la igualdad en la institución religiosa. Esto implicaría la posibilidad de que las mujeres ejerzan el sacerdocio, tema sobre el cual el papa aún no se pronunció.

Existen, sin embargo señales esperanzadoras en las reformas que plantea el papa Francisco. Años atrás habría sido impensable que el sumo pontífice dijera que frente a homosexuales y divorciados “no cabe la injerencia espiritual".

Semanas atrás el papa afirmó que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, “yo no soy quién para juzgarla”. La nueva posición del Vaticano responde a una demanda promovida desde hace años por Católicas por el Derecho a Decidir que piden el respeto a los derechos sexuales y reproductivos, repensar la anticoncepción y el aborto, dar un nuevo tratamiento a las diversidades sexuales y considerar el celibato como opcional al interior de la institución religiosa, superar la concepción discursiva del voto de pobreza y combatir la crisis moral sexual (pederastia y pedofilia) de los sacerdotes.

La directora de Católicas por el Derecho a Decidir de Bolivia, Teresa Lanza, afirmó en abril pasado que, como resultado de las luchas sociales en la primera década de 2000, las católicas feministas identificaron como uno de los problemas para la opresión de las mujeres el “intervencionismo de la jerarquía de la Iglesia católica en políticas públicas vinculadas a la sexualidad y reproducción”. 

Los vientos de cambio en la Iglesia católica son esperanzadores, a partir del mensaje inequívoco del papa Francisco, que reconoce que las mujeres y las personas de la comunidad de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales merecen ser tratadas con dignidad y respeto, y que la violencia y la discriminación no tienen cabida. Resta esperar que los miembros de la Iglesia practiquen lo que predican.

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