Devotos del Señor de la Sentencia llegaron hasta el pie del nevado.
Marcelino Chuquimia sacerdote católica peregrina al Illimani |
La estética figura del guardián y emblema de la ciudad de La Paz, el nevado Illimani, deslumbra a todos y es el punto de una peregrinación de los devotos de la parroquia del Señor de la Sentencia de Villa Armonía, quienes acudieron al lugar en busca de perdón, milagros para su familia, además de pedir por el descanso de los fallecidos en el nevado.
El recorrido inició a las 06.30 del sábado 28 de abril, cuando los fieles emprendieron su viaje desde la parroquia de Villa Armonía hasta el cantón de Cohoni, ubicado en la provincia Murillo, para luego dirigirse hasta el pie del Illimani y disfrutar, con profunda fe, de la belleza del paisaje.
La travesía. Después de atravesar el puente Punku Esquina, y a una hora de distancia de Cohoni, el pastor de la parroquia, Marcelino Chuquimia, relata que la hacienda que se divisa a mitad del camino perteneció a José Ballivián, que gobernó Bolivia en la primera mitad del siglo XIX y que acogió al político, periodista y escritor argentino Bartolomé Mitre entre 1847 y 1848, quien se convirtió en presidente de su país en 1862.
“Fue aquí en Bolivia, en la hacienda del general Ballivián, al pie del Illimani, donde Mitre escribió su famosa novela Soledad”, la primera que se publicó en el país.
Tras la explicación, Chuquimia explicó que las verduras, hortalizas y frutas que se producen en el lugar son comerciadas en el mercado Rodríguez.
“Toda estas verduras son producidas gracias al agua que desciende del Illimani”.
Ya en la plaza central de Cohoni, denominada Illimani, los comunarios y feligreses se unen en una oración y así se da inicio a la caminata para llegar hasta el pie del nevado.
Después de tres horas de caminata, casi todos están exhaustos y toman un descanso a la altura de Puente Roto. Desde ahí ya se observa la faz blanca del Illimani, aquella imagen que todos admiran y muy pocos visitan.
Unos ríen, otros, asombrados, señalan sorprendidos: “Ahí está el majestuoso Illimani, qué lindo había sido de cerca”.
Uno de los encargados de la iglesia, Fernando Quenallata, dice que aún faltan 40 minutos de caminata para arribar hasta Marquiribi, al pie del nevado.
Tras un breve descanso, se reanuda el ascenso hasta el lugar, donde el párroco oficiará una misa por la salud de los bolivianos y el descanso eterno de los fallecidos atrapados por la nieve.
Antes de finalizar la misa, los feligreses ruegan a la imagen del Señor de la Sentencia por los comunarios del lugar.
De pronto, se escucha el llanto de una mujer que a gritos pide la ayuda del santo y clama: “Gracias, Señor, por haber permitido que llegue hasta el Illimani a pesar de que padezco de reumatismo, lo logré”.
Antes de retornar, todos contemplan el nevado; los colores del atardecer en esa región ofrecen una experiencia inolvidable.
El recorrido inició a las 06.30 del sábado 28 de abril, cuando los fieles emprendieron su viaje desde la parroquia de Villa Armonía hasta el cantón de Cohoni, ubicado en la provincia Murillo, para luego dirigirse hasta el pie del Illimani y disfrutar, con profunda fe, de la belleza del paisaje.
La travesía. Después de atravesar el puente Punku Esquina, y a una hora de distancia de Cohoni, el pastor de la parroquia, Marcelino Chuquimia, relata que la hacienda que se divisa a mitad del camino perteneció a José Ballivián, que gobernó Bolivia en la primera mitad del siglo XIX y que acogió al político, periodista y escritor argentino Bartolomé Mitre entre 1847 y 1848, quien se convirtió en presidente de su país en 1862.
“Fue aquí en Bolivia, en la hacienda del general Ballivián, al pie del Illimani, donde Mitre escribió su famosa novela Soledad”, la primera que se publicó en el país.
Tras la explicación, Chuquimia explicó que las verduras, hortalizas y frutas que se producen en el lugar son comerciadas en el mercado Rodríguez.
“Toda estas verduras son producidas gracias al agua que desciende del Illimani”.
Ya en la plaza central de Cohoni, denominada Illimani, los comunarios y feligreses se unen en una oración y así se da inicio a la caminata para llegar hasta el pie del nevado.
Después de tres horas de caminata, casi todos están exhaustos y toman un descanso a la altura de Puente Roto. Desde ahí ya se observa la faz blanca del Illimani, aquella imagen que todos admiran y muy pocos visitan.
Unos ríen, otros, asombrados, señalan sorprendidos: “Ahí está el majestuoso Illimani, qué lindo había sido de cerca”.
Uno de los encargados de la iglesia, Fernando Quenallata, dice que aún faltan 40 minutos de caminata para arribar hasta Marquiribi, al pie del nevado.
Tras un breve descanso, se reanuda el ascenso hasta el lugar, donde el párroco oficiará una misa por la salud de los bolivianos y el descanso eterno de los fallecidos atrapados por la nieve.
Antes de finalizar la misa, los feligreses ruegan a la imagen del Señor de la Sentencia por los comunarios del lugar.
De pronto, se escucha el llanto de una mujer que a gritos pide la ayuda del santo y clama: “Gracias, Señor, por haber permitido que llegue hasta el Illimani a pesar de que padezco de reumatismo, lo logré”.
Antes de retornar, todos contemplan el nevado; los colores del atardecer en esa región ofrecen una experiencia inolvidable.
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