Así convoca el presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia (CEB) y Arzobispo de Santa Cruz, cardenal Julio Terrazas, en la homilía de este segundo domingo de Adviento, en la Catedral Mayor de San Lorenzo.
Recurriendo a las enseñanzas del profeta Isaías "consuelen a mi pueblo", que es "sometido por otros pueblos o por grupos", señala que es la "preocupación de un Dios que se acerca para consolarnos".
Con la sentencia de que "hablen al corazón", el Cardenal puntualiza: "No griten sin sentido, no incentiven los griteríos de unos contra otros, no hagan de sus vidas una especie de parlantes que repiten cosas aprendidas de memoria y que nunca llevan a un encuentro auténtico y verdadero porque no escuchan la Palabra de Señor en el corazón".
"Seamos capaces de rebajar las colinas de odio, rencor, insolencia y seamos capaces de levantar los valles de la pobreza, del dolor y sufrimiento para que Dios nos haga a todos iguales y nos demuestre su amor a unos y otros. Eso no llueve, eso viene con el esfuerzo nuestro", remarca el Cardenal.
También pide que seamos capaces de la "sencillez que nos lleve a preparar cosas y acontecimientos que unan, que realmente", al insistir en que "hay que luchar y trabajar contra el mal, no hay que cruzar los brazos, no podemos decir que ya la costumbre y dejarnos seducir y llevar y re encantar por cosas que nos alejan cada vez más del Dios que abre nuestros corazones y nos hace escuchar toda clase de leyendas que nos alejan de la salvación".
El Presidente de la CEB pide atención para las personas discapacitadas, pobladores que "están golpeando a las puertas de la patria", esperando que "alguien les extienda la mano". Justo en esta época de preparación para la Navidad, la celebración de la venida del Señor.
"Tenemos que ser capaces de encontrarnos en la sencillez del pesebre con un Dios distinto de los dioses dominantes, de los dioses perversos, y encontrarnos con el hermano que sigue esperando de parte nuestra no regalos materiales, sino sobre todo el regalo del espíritu, el regalo de la vida, de la amistad, de la solidaridad que es lo que engrandece a la persona humana", señaló el cardenal.
"Abrir el corazón es escuchar a un Dios que no viene en son de guerra sino que viene con humildad y sencillez para levantarnos a nosotros", remarca el cardenal al señalar "dejemos que el Señor nos hable". "Dejemos que hable a nuestro corazón, al corazón de esta Bolivia que necesita un corazón nuevo, que hable al corazón de todos los que buscan paz y justicia verdadera, que no se encierren esos conceptos en egoísmos renovados de manera cada vez más hostil, más llamativa, más provocativa", remarca.
Al pedir que "dejemos que el Señor hable al corazón", el Presidente de la CEB recuerda que "Él viene a traernos la salvación y que la salvación supone que tengamos paciencia" para no exigir que se realice en medio día o en una semana, "sino que es una salvación que requiere que repitamos en nosotros, la paciencia de Dios". Y, por tanto, "no nos dejemos sojuzgar por aquellos que andan buscando liberaciones fáciles". El Presidente de la CEB pide "compartir con sencillez, mirando lo que nuestro pueblo necesita, hambre de paz y justicia, hambre de verdad, hambre de reconciliación, hambre de nuevos tiempos en los que sea posible abrazarse sin que lo cataloguen de este o aquel grupo". Esto claman los discapacitados, las 800 pandillas que hay en nuestra ciudad, "ellos también están con hambre de amor y de comprensión y respeto de dignidad. Están cometiendo errores y delitos pero no están sometidos a una pérdida total de sus derechos humanos. A pesar del mal que percibimos tenemos que respetarlos y quererlos porque Dios así lo ha mandado".
Recurriendo al Evangelio de Pedro, el cardenal Terrazas señala que "delante del Señor un día es como mil años y mil años es como un día", por lo tanto, "nada de apresurarnos, nada de decirle al Señor termina con el mal, termina a los malvados, haz que se caigan aquellos que se creen dioses nuevos".
"No tengan miedo, es la palabra que se repite hoy. Y no tener miedo significa convertirnos en primer lugar. Tenemos que convertirnos mis hermanos, no basta cambiar el pesebre en nuestras casas, es bonito, es lindo, es hermoso. El Santo Padre acaba de calificar que todas esas manifestaciones navideñas que hay aquí y allá son como islas de la fe, como islas del silencio. Ese silencio que nos pone de rodilla delante de nuestro Dios".
Si "queremos edificar la montaña de la vida" con todos los hermanos, entonces "nos toca a todos hacer que realmente desaparezca todo lo que se opone al encuentro con el Señor y con los hermanos".
"Que nuestra Madre la Virgen siga acompañando al pueblo de Dios que peregrina", implora el Presidente de la CEB y Arzobispo de Santa Cruz.
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