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martes, 13 de abril de 2010

existen mezquindades en el medio, muy limitadas que acusan de segundas intenciones a las homilías del Cardenal, pero también interpretaciones precisas

Durante su homilía dominical, el cardenal Julio Terrazas cuestionó a quienes, según él, se dedican a sembrar terror, rumores y confusiones, habiendo instado a la feligresía, sobre la marcha, a mantenerse vigilantes y a no temer.
“No es el miedo el que soluciona las cosas y quienes andan creando miedo precisamente, pueden estar seguros de que la victoria del Señor será mucho más fuerte y definitiva”, dijo el pastor de la Iglesia católica, agregando que corresponde buscar la verdad con la serenidad de la fe y con la fuerza de la razón. “Nos corresponde, apuntó, hacer justicia no con el chicote y el palo, sino compartiendo todo lo que el Señor nos ha dado”.
El Cardenal fue víctima de un atentado el año pasado en circunstancias todavía no esclarecidas en torno de la explosión que hizo estallido en la puerta de su residencia. Hace poco, un fiscal muy suelto de lengua pretendió involucrarlo en un manejo irregular de recursos estatales, antes de que aquel funcionario fuera apartado de la investigación, tal vez, por su torpe forma de proceder.
En Santa Cruz se ha instalado desde hace tiempo un clima de tensiones, incertidumbre y de temor por las indagaciones que lleva adelante el fiscal Marcelo Soza sobre la especie de ‘terrorismo’ y ‘separatismo’ y con la que ha desatado una despiadada cacería de ciudadanos que son llevados a declarar a La Paz, sin que se respete el principio de territorialidad de la ley, la jurisdicción de los tribunales ni el derecho al debido proceso.
En los últimos días, se observó a Soza acompañado de un numeroso grupo de policías de civil y cuerpo de seguridad desplazándose por la capital cruceña a la cabeza de unos aparatosos operativos en afanosa búsqueda de sus ‘presas’. Y como quiera que los investigados, cuales si fuesen de la peor especie y como a tales se los incrimina y condena de antemano sin que se observen sus derechos, es simple y posible entender que ante tales procedimientos abusivos, el temor se apodere de la gente y se empeñe en tomar recaudos así nada tenga que esconder.
En esa mal disimulada cacería de brujas instrumentada desde lo más alto de un poder omnímodo, no se ha trepidado en actualizar un episodio de supuesto tinte desintegrador de la nacionalidad, al que de manera insólita aniquiló a sangre y fuego el régimen sin que hubiese confrontación armada, eliminando así la posibilidad de una prueba testifical que hubiera hecho la luz en el sombrío drama.
Se reparte palo de ciegos en el caso que se airea cuando las papas les queman a los todopoderosos del régimen.(Con Fe sin Temor. editorial de El Deber de Santa Cruz)

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