Con munición gruesa y desde diversos flancos el Gobierno está disparando sin que le tiemble el pulso, contra el cardenal Julio Terrazas, máxima autoridad de la Iglesia Católica Boliviana y con el rango universal de Príncipe de la Fe Cristiana.
El detonante de la descontrolada artillería, de los enfurecidos ataques contra el Pastor de los cristianos de Bolivia que somos mayoría absoluta a no dudarlo, desde siempre, fue, entre otros, el sentido de su homilía del domingo pasado fustigando el ya denunciado auge del narcotráfico en el país, y a la vez, poniendo de relieve con los tonos precisos, los graves peligros que la expansión de dicha lacra entraña para nuestro medio.
El cardenal Julio, desde su alta y sagrada investidura y aún desde mucho antes, tal vez desde el inicio de su vida sacerdotal, se caracterizó por gritar verdades, por denunciar flaquezas espirituales y morales, por señalar el mal en todas sus formas y combatirlo, y todo ello, amén de mucho más por supuesto, sin extraviar las dulzuras del bueno y amante pastor de sus rebaños. La Conferencia Episcopal, una elevada instancia de la sólida estructura católica, ha salido al paso, como no podía ser de otra manera, de la agresiva e irrespetuosa arremetida oficialista dirigida contra el eminente Ministro de Dios. Pone de relieve la Conferencia que “la misión profética de la Iglesia no puede ser acallada y tampoco separada de su profunda raigambre cristiana”.
Una reflexión sencilla, clara, que no requiere de explicación en cuanto a sus alcances materiales. Otro sesgo, no obstante, se ha querido dar a estas reflexiones desde algunos de los niveles gubernativos propensos a incordiarse cuando no se baila, aquí, allá y más allá, al son que en dichos niveles se manda sin lugar a excusas.
Es así como a las reflexiones del cardenal Terrazas se ha aplicado el calificativo de políticas. Hombre, el Cardenal, acostumbrado a dar la cara en el ejercicio de su ministerio, de seguro que si su propósito fuese hacer o mezclarse en política, lo haría sin ambages y hasta fusil al hombro, de ser menester, dispuesto a dar la vida por aquello que siente y en que tiene cifrada su fe probadamente inagotable hasta hoy.
El cardenal Julio Terrazas, boliviano, primero y único, bueno es tenerlo presente a la hora de fijar su talla humana y universal, fue incluido por un importante medio de comunicación de Hispanoamérica en una lista de los cien personajes más influyentes del año 2008 y en el ámbito continental.Aún lastima a los gobiernistas, por lo que parece, que el cardenal Terrazas hubiese acudido, en condición de ciudadano y en uso pleno de su conciencia, a las urnas en una pasada consulta sobre autonomías, tan vidriosas en las alturas del poder. (editorial de El Deber de SC)
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