Esta semana, el arzobispo de Cochabamba, Mons. Tito Solari, ha cumplido 75 años, razón por la que ha presentado, conforme el derecho canónigo, renuncia. De estos 75 años de vida, 40 vive en el país, primero como sacerdote salesiano y, luego, como Obispo auxiliar de Santa Cruz y Arzobispo Coadjutor y titular de Cochabamba.
En forma paralela a sus labores eclesiásticas, Mons. Tito es un activo impulsor de obras sociales dentro y fuera de la Iglesia, particularmente en el campo de la educación y la salud. Respondiendo a su carisma, también un permanente defensor de los más desposeídos y un interpelante sereno pero firme del poder insensible, como reconoció la Asociación Nacional de Prensa (ANP) al entregarle el premio Libertad.
Ahora, a Mons. Tito le toca el retiro y está a la espera de que el papa Francisco elija a su sucesor, luego de 16 años de intensa labor pastoral y social es un tiempo de importantes y complejos procesos sociales, políticos y económicos de los que el prelado no sólo ha sido testigo, sino que le ha tocado actuar impulsado por su afán de pregonar la paz y el acuerdo; de la necesidad de deponer diferencias en aras del bien común y de exigir un claro compromiso con los más pobres de la sociedad, sin importar quienes estuvieran a su frente.
Seguramente ha cometido errores en su larga misión pastoral, pero se puede afirmar que más ha sobresalido su entrega y compromiso pastoral y humano que, estamos seguros, se mantendrá en el tiempo más allá del lugar que ocupe, y que será recordada por los miles de cochabambinos, hombres y mujeres, que le han expresado su afecto y reconocimiento.
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