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jueves, 17 de noviembre de 2011

sabia y prudente. firme y convincente la Iglesia se ha manifestado sobre los últimos acontecimientos de la vida pública. los obispos reclaman verdad. sinceridad. fraternidad. la pobreza, el narcotráfico y la familia en su documento

Es de esperar que las opiniones de los obispos sean tomadas en cuenta pues coinciden con las de gran parte del pueblo boliviano, católico y no católico
Como ya es una práctica habitual, la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), cuya XCII asamblea se realizó en nuestra ciudad durante los pasados días, ha dedicado parte importante de su atención y sus reflexiones a los más acuciantes problemas de la actualidad, ha hecho un minucioso análisis de los mismos y ha concluido dirigiendo a gobernantes y gobernados un mensaje con el propósito de contribuir a la búsqueda de soluciones inspiradas en los principios y valores que sostiene y predica la Iglesia católica.
En esta oportunidad han sido dos los asuntos que más atención han merecido de los obispos de Bolivia: La necesidad de que el Órgano Electoral Plurinacional (OEP) haga cuanto sea necesario para despejar cualquier sombra de duda sobre los resultados de las elecciones judiciales realizadas el 16 de octubre, es uno de ellos, y la obligación que tiene el Gobierno central de “cumplir su palabra”, respetar la ley corta mediante la que se acordó atender las demandas de los pueblos que viven en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), el otro.
“Es de conocimiento público lo que diferentes medios de comunicación e instituciones han denunciado acerca de la manipulación del resultado de las últimas elecciones judiciales. De ahí que es necesario que se diga la verdad y se respete la voluntad del  pueblo”, indica el documento y exhorta a las autoridades electorales a que contribuyan a que la población boliviana recupere la confianza en la justicia, muy venida a menos, además, por “un sentimiento de frustración y desconfianza en muchos sectores de la población hacia la administración de la justicia, por los juicios pendientes de varios hechos de violencia en los que han sido involucradas instituciones del orden”.
En cuanto al peligro de que los acuerdos alcanzados entre el Gobierno y los indígenas del Tipnis —después de largas y tensas negociaciones— sean revertidos por las presiones de algunos grupos que franca y abiertamente han expuesto su intención de desconocerlos, la opinión de la CEB ha sido también clara y categórica.
“Que nadie promueva iniciativas que pongan en discusión esos pactos, actitud que puede provocar divisiones y enfrentamientos”, dice el documento emitido por la CEB, y recuerda la obligación de que todos respeten los acuerdos alcanzados a favor de los indígenas que durante 66 días marcharon “con valor y sacrificio para defender el derecho a vivir en su territorio de acuerdo a su cultura y costumbres”.
En cuanto a temas cuya trascendencia va más allá de lo coyuntural, el narcotráfico, la pobreza y la familia volvieron a ser, como en ocasiones anteriores, los que desde el punto de vista de la jerarquía eclesiástica boliviana deben recibir mayor atención por parte de las autoridades gubernamentales y de la sociedad en general.
Como se puede recordar, en más de una ocasión reflexiones similares han dado lugar a reacciones poco receptivas de parte de quienes se han sentido interpelados por ellas e incluso alguna vez han recibido respuestas poco respetuosas. Es de esperar que eso no ocurra ahora, pues las inquietudes de los obispos coinciden en gran medida con las de gran parte del pueblo boliviano, católico y no católico.

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