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jueves, 11 de febrero de 2016

nuestro principal editor se refiere a Francisco, su viaje a México, su Año Santo, a la Misericordia de Dios y al libro de Alfonso Crespo...artículo publicado en Bolivia.



La Entrañable Misericordia de Francisco


Mauricio Aira

Ahora mismo Francisco emprende su tan ansiado viaje a México uno de los países mas signados por su catolicismo. Viaje con una pausa en La Habana para cumplir una extraordinaria tarea, entrevistar al Patriarca Ortodoxo de la Iglesia rusa. Escribir sobre Francisco hoy, es hacerlo sobre la Misericordia de Dios como ha querido designar al Ano Santo para vivir el Ano de la Misericordia.
Hermosa descripción del propio peregrino  “misericordia es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que se encuentra en el camino de la vida”, al mismo que se refiere el autor, un teólogo de Málaga en su obra la Entrañable Misericordia de nuestro Dios que ha caído en nuestras manos y que nos sirve de fuente para tratar de entender al Santo Padre que abrumado por la crisis y los graves conflictos que la humanidad confronta en el día nos pide a todos “los hombres de buena voluntad” recurrir a esta virtud, bálsamo divino, que aliviará nuestras angustias y preocupaciones.
La obra está dividida en cuatro capítulos que nos recuerda tanto a otros autores como León Bloy o Giovanni Papini llena de pasión, de conocimiento profundo del tema que incita a enamorarse de la Misericordia según propuesta de Antonio García Rubio su presentador. El primero describe a Dios paciente y misterioso, a Jesucristo como el rostro de la misericordia y al Espíritu Santo como guía hacia la misericordia. El segundo trata de la Iglesia casa y seno materno de la misericordia y la proclama de las bienaventuranzas y su desgranar de la parábola del Buen Samaritano. La reconciliación es tema del tercer bloque un llamado a acoger y celebrar la misericordia señalando el itinerario de la de la conversión y la fiesta del perdón. Es aquí donde está contenida la acción vital de un Pontífice que recorre nuestros pueblos, me refiero a Brasil, Ecuador, Bolivia y Paraguay y ahora México en busca de una auténtica reconciliación, del fraterno abrazo del perdón entre hermanos que tanta falta nos hace cuando todo nos ha conducido al odio, a la controversia, al engaño a la utilización de unos por otros a lo largo de toda nuestra historia, especialmente de la última década.
Termina la obra de Alfonso Crespo el párroco malagueño situando a la Familia como el hogar y la escuela de la misericordia que debe apelar sin pausa a la Virgen Maria “profeta de la misericordia” con la que la Iglesia dispersa por el mundo a los misioneros de la misericordia. Como anillo al dedo el texto en la Cuaresma que comienza para reflexionar, orar y discernir. Un libro que ayuda a caminar, cómo me recuerda aquel entrañable “Gotas de Miel” que nunca pude reencontrar y que utilicé como vademécum durante los cinco anos de difundir mi programa nocturno por Radio Pio XII, en consonancia con El Sembrador de Constancio C. Vigil, desaparecida de las librerías por razón oculta.
Otra novedad de la obra de Crespo Hidalgo es su uso didáctico como instrumento de trabajo de equipo para orar, reflexionar y accionar, dejando atrás la idea de un Dios de rostro airado, convertido en un dios menor, raquítico rencoroso, enojado con el hombre pecador. Un dios vengativo, dedicado a fustigar a unos hijos infantilizados y podridos en el pecado y la miseria. El libro ayuda a pensar que esa Misericordia está a punto de llegar con el Jubileo y la apuesta valiente del papa Francisco, al convocar este tiempo de gracia que llevará a la Iglesia a reconocerse en la eterna y novedosa imagen del Dios Padre todo-misericordioso. Un nuevo rostro de Dios por ese expreso deseo del Papa y que hade florecer en el corazón de una humanidad ahíta de un cambio profundo, de una conversión o si se quiere de una reconciliación con el Padre del que se ha venido apartando por la pasión del poder, de la fuerza, de la riqueza, del disfrute de los bienes puramente materiales.

La conversión es tarea pendiente y el llamado a la perfección ser “adulto en Cristo” nos señala un proceso de crecimiento, de madurez personal, de remontar la mezquindad humana para obtener del Creador el perdón y su Misericordia.

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