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sábado, 19 de septiembre de 2015

explaya El Deber el real significado del viaje de Francisco hoy a Cuba luego a los Estados Unidos. el fin de la fuerra fría entre Cuba y el coloso del Norte para lograr la paz y la concordia entre dos pueblo separados durante más de medio siglo.

 El papa Francisco iniciará este sábado un histórico viaje a Cuba, el mismo que continuará después a EEUU, en lo que se considera la visita más política del pontificado que el primer pontífice latinoamericano inició en marzo de 2013. Cuando pise el suelo cubano, Francisco encontrará una isla en pleno proceso de apertura económica y con fuertes tensiones internas por el deterioro de los derechos humanos y la falta de libertades. 

Gracias a su decidida participación, Cuba y EEUU acaban de restablecer relaciones diplomáticas con una agenda pendiente para lograr la plena normalización de sus vínculos, todavía afectados por el embargo comercial estadounidense, los reclamos por los disidentes políticos cubanos y la situación de la base militar de Guantánamo. Francisco irá a la isla más rebelde del continente y a la potencia más influyente del mundo para bendecir este acuerdo que terminó con la Guerra Fría en la región y que estableció un punto de inflexión fundamental para lograr la paz y la concordia entre dos pueblos que vivieron durante cinco décadas de espaldas uno del otro por causa de las diferencias ideológicas.

Siguiendo la línea de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que también visitaron la isla, Francisco levantará la voz contra un sistema político que nítidamente conculca los derechos de las minorías que no comulgan con el régimen comunista vigente en Cuba desde los años 60. Pero también rescatará, sin duda, los enormes logros sociales que ha tenido la Revolución Cubana, especialmente en materia de educación y salud, que han beneficiado a la mayoría de la población.

En este sentido, los mensajes del papa en Cuba serán un correlato de los discursos que pronunció en julio en Ecuador, Bolivia y Paraguay, donde resaltó la necesidad del diálogo como único medio para resolver los conflictos sociales, remarcó el valor de la libertad y la democracia, y señaló con claridad las brutales exclusiones del sistema capitalista. No serán menos importantes los mensajes que brinde en EEUU, especialmente, ante el Congreso de este país, en el que se anticipa una dura crítica a la globalización de las exclusiones y la guerra, donde Washington tiene una inocultable responsabilidad.

Francisco no regresa para halagar a los poderosos de ningún signo político. Su misión pastoral, claramente, se coloca al lado de los humildes, los privados de libertad y los que sufren por las violaciones a los derechos fundamentales. Ojalá los gobernantes de ambos países escuchen los clamores del papa 

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