Roma es simplemente sorprendente por sus tres mil años de existencia; la cultura que surgió de su seno; las artes y estilos arquitectónicos, su influencia como epicentro del Imperio y luego como la Santa Sede del Pontífice escuchado y obedecido en los confines del globo. Si su origen todavía está en discusión, lo cierto es que La República que incubó el imperio nos ha dejado instituciones de auténtica democracia como el Tribuno de la Plebe (defensor del pueblo) contra el abuso del poder. Sus líderes como César Augusto, Nerón, Calígula, Claudio extendieron sus límites imperiales.
Justamente cuando en el interior del Panteón, estamos erguidos sobre las tumbas de los emperadores que se conservan en este monumento excepcional y que merced al celo de los Pontífices, ya convertido en el Templo de los Mártires se ha conservado a través de los siglos en forma admirable.
Se estremece el cuerpo y se nubla la mente ante el portentoso testimonio de todas estas ruinas que uno recorre atento al mínimo detalle y repasa los hechos de la decadencia y corrupción del imperio, el establecimiento de Pedro y sus seguidores, las persecusiones y el martirio cristiano “esta es mi sangre que será derramada por vosotros y por muchos” para permitir el triunfo de la verdad, el reconocimiento de la libertad de culto por Constantino y su proclamación como religión del imperio por Teodosio. Recordamos a Alarico y Atila a la cabeza de sus bárbaros atravesaron Roma a fuego y espada, si perdió primacía, la recuperó como cabeza del catolicismo. Descontando los anos que los papas residieron en Avinon, Francia, no descuidaron su preocupación por el florecimiento de monumentos y obras de arte de excepcional esplendor por la obra de Bramante, Miguel Angel, Rafael y los constructores de iglesias y palacios como Bernini y Barromini.

Habiendo recorrido el Foro Romano y el Coliseo, por calles y plazas famosas, algunos puentes y fuentes de agua, llegamos ante esa sublime y armoniosa grandiosidad de San Pedro, 210 metros de longitud, con su cúpula mayor a los 136 metros y contemplamos La Piedad esculpida por Miguel Angel cuando aún no había cumplido 25 anos, y ante la estatua venerada del Primer Papa y el Baldaquino de bronce de Bernini sostenido por las inconfundibles columnas salomónicas precisamente sobre su tumba. Aquí traemos el conjunto de nuestras intenciones, las de nuestra familia y la comunidad de amigos de aquí y de allá, y una fervorosa oración por Bolivia. Porque ese su andar de tiento en tiento, de peregrinación sin fin que lleva ya 180 años, de la búsqueda incesante de su destino termine para bien con el disfrute de todos los bienes que encierra su geografía, sus ríos y montañas, su flora y fauna y sus recursos naturales que sin duda alguna deben destinarse a producir bienestar y riqueza de todos los bolivianos, y porque su Unión con Cristo se consolide también con nuevas leyes que se escribirán mañana como hace dos siglos, en una Nueva Constitución que enmarque su destino de unidad, de grandeza, de justicia para todos.
Mauricio Aira
Periodista boliviano
mauricio.aira@comhem.se
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