Benedicto XVI ha dirigido hoy un nuevo llamamiento a los líderes del G8 reunidos en la ciudad alemana de Heiligendamm'' para que respeten “las promesas de aumentar sustancialmente las ayudas para el desarrollo, a favor de las poblaciones más necesitadas, sobre todo aquellas del Continente Africano''.
Hoy ha comenzado en Heiligendamm, Alemania, bajo la Presidencia de la República Federal de Alemania, la Cumbre Anual de los Jefes de Estado y de Gobierno del G-8 – es decir y los siete Países más industrializados del mundo más la federación Rusa. El pasado 16 de diciembre tuve la ocasión de escribirle a la Canciller Angela Merkel agradeciéndole, en nombre de la Iglesia católica, la decisión de conservar en el orden del día del G-8 el tema de la pobreza en el mundo, con particular atención a África. Ahora quiero dirigir un nuevo llamamiento a los líderes reunidos en Heiligendamm, para que las promesas de aumentar sustancialmente la ayuda al desarrollo se cumplan, en favor de las poblaciones más necesitadas sobre todo las del Continente Africano.
El Santo Padre ha indicado como méritos especiales la atención al segundo gran objetivo del milenio: la educación primaria para todos antes de 2015. “En este sentido, una especial atención merece el segundo gran objetivo del milenio: “el poder alcanzar la educación primaria para todos, asegurar que cada muchacho y muchacha cumpla en su totalidad el curso entero de la escuela primaria antes del 2015”. Este es parte integral para alcanzar todos los demás objetivos del milenio; garantía de la consolidación de los objetivos alcanzados; y punto de partida de los procesos autónomos y sostenibles de desarrollo”.
Finalmente el Papa ha hablado del papel de las Iglesias cristianas en este proceso educativo, donde a menudo suple las carencias de las estructuras oficiales del estado: “No se debe olvidar que la Iglesia católica está siempre en primera línea en el campo de la educación, llegando particularmente, en los Países más pobres, allí donde las estructuras estatales muchas veces no alcanzan a llegar. Otras Iglesias cristianas, grupos religiosos y organizaciones de la sociedad civil en los Países más pobres comparten este compromiso educativo. Es una realidad que, en la aplicación del principio de subsidiaridad, los Gobiernos y las Organizaciones internacionales están llamados a reconocer, a valorizar y a sostener, también mediante la erogación de contribución financiera. Esperemos que se trabaje con seriedad para que se alcancen estos objetivos”.
En la serie de catequesis sobre las grandes personalidades de la Iglesia antigua, Benedicto XVI ha centrado su alocución de este miércoles en la vida y la obra de san Cipriano, primer obispo mártir africano del siglo III. Su fama está enlazada con su rica actividad literaria y su gran actividad pastoral.
Tras destacar que no desmayó en «promover la disciplina» de la comunidad cristiana, el Papa ha recordado que san Cipriano fue un «firme defensor de las sanas tradiciones de la Iglesia africana, caracterizándose siempre por su profunda humanidad, en fidelidad al auténtico espíritu evangélico. Invitando a los cristianos a la ayuda fraterna hacia los paganos, víctimas de la peste».
El santo obispo Cipriano luchó inquebrantablemente contra la corrupción y los pecados que devastaban la vida moral de los cristianos, sobre todo la avaricia, ha subrayado Benedicto XVI. Luego, evocando los numerosos escritos de este Pastor, el Papa ha puesto de relieve el libro dedicado a la oración del Padrenuestro: «Particularmente querido para mí es su libro sobre el Padrenuestro, que me ha ayudado a comprender mejor y a rezar mejor el Padrenuestro. Enseña cómo precisamente en el Padrenuestro se dona al cristiano la forma correcta para rezar».
Tras hacer hincapié en la importancia de la forma ‘plural’ en esta oración - «para que el que reza no lo haga sólo por él mismo» – y recordando que nuestra oración es pública y comunitaria, Benedicto XVI ha puesto de relieve la importancia, también hoy, de la disciplina, de la calma y de la medida en la oración. Palabras que nos ayudan a celebrar bien la Santa Liturgia.
El Pontífice ha invitado a pensar que «estamos ante la mirada de Dios, tanto con la conducta de nuestro cuerpo como con el tono de nuestra voz». Recordando que «cuando nos reunimos con nuestros hermanos y celebramos los sacrificios divinos con los sacerdotes de Dios, debemos recordar la importancia del temor reverencial y de la disciplina»: “No dar al viento, aquí y allá, nuestras oraciones con voces descomedidas, es la instrucción que nos ha dejado Cipriano. Así como tampoco, arrojar con tumultuosa verbosidad un ruego, que, sin embargo, se debe encomendar a Dios con moderación. Porque Dios no escucha la voz, sino el corazón”.
Como es tradicional, el Papa ha resumido en otras lenguas su catequesis de ésta, que ha sido la audiencia número 20 de este año y en la que han participado más de treinta mil peregrinos provenientes de numerosos países.
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