El presidente de Cuba, Raúl Castro, se reunió hoy con el papa Francisco en el Vaticano, donde agradeció al pontífice su mediación en el acercamiento con Estados Unidos y pudo preparar el próximo viaje a la isla en septiembre.
“Agradeció públicamente al papa su papel en el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos”
Pero además, Castro salió de este encuentro, que duró 55 minutos, uno de los más largos que ha tenido el pontífice con los Jefes de Estado y de Gobierno, profundamente "impresionado" como él mismo reconoció.
Castro explicó a la prensa tras una reunión posterior con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, que salió de la audiencia "impresionado por la sabiduría, la modestia y todas las virtudes" del pontífice.
Y continuó: "Leo todos los discursos del papa y si el papa continua hablando así volveré a rezar y regresaré a la Iglesia y no lo digo en broma", desveló Castro.
Además, prometió que asistirá "a todas las misas" que Bergoglio oficie durante su viaje a Cuba y recordó que él estudió en instituciones religiosas de jesuitas, la misma orden del papa Francisco.
Castro llegó al lugar a las 04.30 hora boliviana (07.30 GMT) y a continuación comenzó su audiencia privada con Jorge Bergoglio.
Una reunión calificada como "cordial" y "familiar" y en la que además de un agradecimiento de la labor del papa por el acercamiento con Estados Unidos, fue como una "preparación del viaje a Cuba" del pontífice, previsto para septiembre.
Por el momento sólo se conoce que será la primera etapa del viaje que llevará al pontífice a Estados Unidos el 22 de septiembre, pero se desconoce si el papa pasará en Cuba uno o dos días.
Aunque fue calificada como "estrictamente privada" tuvo los mismos protocolos que el resto de las visitas de los mandatarios como la presentación de la delegación y el momento del intercambio de regalos.
Castro entregó al pontífice un cuadro de grandes dimensiones del artista cubano Alexis Leyva Machado, conocido como Kcho, que representa una gran cruz hecha con varios barcos y un niño que reza ante ella.
El artista, presente en la audiencia, le explicó al papa que quiso aludir a la tragedia que sufren millares de personas que intentan llegar a Europa desde el Norte de África y a la visita que Francisco hizo a Lampedusa, la isla próxima a Sicilia.
Castro también regaló al papa una medalla que conmemora el 200 aniversario de la Catedral de La Habana, de la que solo existen 25 ejemplares.
El papa, por su parte, regaló a Castro un medallón de San Martín de Tours, patrón de Buenos Aires, y su exhortación apostólica Evangelii Gaudium.
"Mire, es cuando San Martin se quita la capa y se la da a un pobre. Es una intuición de lo que tenemos que hacer. Cubrir la miseria de nuestra gente y promover esto", le dijo a Castro.
Después mientras le regalaba su exhortación apostólica "Evangelii Gaudium" bromeó: "Aquí encontrará una de estas declaraciones que tanto le gustan".
A la audiencia con el papa asistieron unas diez personas, entre ellas el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ricardo Cabrisas Ruiz; el canciller Bruno Rodríguez Parrilla, y el embajador de Cuba ante la Santa Sede, Rodney López.
Castro también presentó al papa a su hijo menor, Alejandro, y también estaba uno de sus nietos.
Tras la audiencia con el papa, Raúl Castro mantuvo una reunión con Renzi y en la posterior declaración a la prensa aludió a la inclusión de su país en la lista de países que favorecen el terrorismo y a la próxima salida de esa clasificación tras el mensaje correspondiente enviado por el presidente Barack Obama el pasado abril al Congreso.
Pero el presidente cubano declaró: "nunca tendríamos que haber sido incluidos en esa lista de países terroristas. Quizás el próximo 28 de mayo el Senado de los Estados Unidos nos sacará de esa famosa lista", comentó.
Por último, el presidente cubano admitió que su país está "intentando llevar adelante la mejora" de su "sistema político, social y cultural, pero es muy difícil hacerlo sin shock, sin dejar a nadie en el camino”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
invitación a comentar lo publicado. la única restricción está en un lenguaje pulcro, directo, sin insultos ni palabras soeces que dañen la dignidad