ROXANA ESCOBAR
rescobar@eldeber.com.bo
04/04/2015
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04/04/2015
En la ceremonia principal del Viernes Santo, el arzobispo de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti, llamó a los feligreses a acompañar a Cristo en el sepulcro para demostrar que la fe en él no es algo que se reduce a la espera individual, sino que tiene que irradiar a todo ámbito, personal, familiar, político y social.
También valoró el sacrificio de Jesús al hacerse hombre y entregarse para ser crucificado en la cruz y aceptar tanta humillación y tortura, y sufrir el rechazo de sus discípulos para limpiar los pecados y salvar a la humanidad. Pidió que este acto esté acompañado de la confesión de fe en Cristo crucificado como el salvador. “Jesús no escapa ni se rebela, acepta la muerte y el maltrato y es conducido como una oveja muda que es llevada al matadero; con Jesús inocente se identifican los que siguen siendo crucificados y sometidos a condiciones terribles. Con Jesús crucificado también se identifican miles de inocentes y cristianos que son perseguidos por extremistas desalmados, también los que son condenados por poderes totalitarios o por una justicia corrupta y servil”, reflexionó el religioso a la multitud que se dio cita ayer en el atrio de la Catedral para participar en la procesión del santo sepulcro.
El sermón de las Siete Palabras, el desclave de la cruz, la liturgia de la pasión del Señor marcaron la celebración del Viernes Santo, cuyas ceremonias fueron replicadas en distintas iglesias de Santa Cruz y sirvieron de reflexión.
El sermón de las Siete Palabras dio inicio a la celebración del Viernes Santo. Los fieles escucharon las meditaciones de las siete últimas palabras de Jesucristo antes de morir. Un momento emotivo fue el relato de la pasión del Señor, a cargo de Gualberti y un grupo de comunicadores y de jóvenes. Inmediatamente después fue la adoración de la cruz y finalizaron los actos religiosos con la procesión del Santo Sepulcro.
La cruz, un gesto de amor
Gualberti también pidió a los fieles no tener dificultad para creer que, en el crucificado, está el amor de Dios. “No nos extraña que a lo largo de la historia y hasta hoy el crucifijo haya sido objeto de burla y de rechazo; demostraremos esta tarde (ayer) que no nos dejamos atemorizar por esas corrientes adversas a Cristo crucificado y más bien, besar la cruz, es un gesto de amor y de compromiso con Dios”, sostuvo el líder católico.
Dijo que los actos vividos no son para hacer memoria de una reliquia del pasado, sino para que los cristianos den testimonio con su vida, con una vida coherente. “Estamos llamados a testimoniar y amar la vida, guiados por los auténticos valores del evangelio, amor, solidaridad, justicia y paz
También valoró el sacrificio de Jesús al hacerse hombre y entregarse para ser crucificado en la cruz y aceptar tanta humillación y tortura, y sufrir el rechazo de sus discípulos para limpiar los pecados y salvar a la humanidad. Pidió que este acto esté acompañado de la confesión de fe en Cristo crucificado como el salvador. “Jesús no escapa ni se rebela, acepta la muerte y el maltrato y es conducido como una oveja muda que es llevada al matadero; con Jesús inocente se identifican los que siguen siendo crucificados y sometidos a condiciones terribles. Con Jesús crucificado también se identifican miles de inocentes y cristianos que son perseguidos por extremistas desalmados, también los que son condenados por poderes totalitarios o por una justicia corrupta y servil”, reflexionó el religioso a la multitud que se dio cita ayer en el atrio de la Catedral para participar en la procesión del santo sepulcro.
El sermón de las Siete Palabras, el desclave de la cruz, la liturgia de la pasión del Señor marcaron la celebración del Viernes Santo, cuyas ceremonias fueron replicadas en distintas iglesias de Santa Cruz y sirvieron de reflexión.
El sermón de las Siete Palabras dio inicio a la celebración del Viernes Santo. Los fieles escucharon las meditaciones de las siete últimas palabras de Jesucristo antes de morir. Un momento emotivo fue el relato de la pasión del Señor, a cargo de Gualberti y un grupo de comunicadores y de jóvenes. Inmediatamente después fue la adoración de la cruz y finalizaron los actos religiosos con la procesión del Santo Sepulcro.
La cruz, un gesto de amor
Gualberti también pidió a los fieles no tener dificultad para creer que, en el crucificado, está el amor de Dios. “No nos extraña que a lo largo de la historia y hasta hoy el crucifijo haya sido objeto de burla y de rechazo; demostraremos esta tarde (ayer) que no nos dejamos atemorizar por esas corrientes adversas a Cristo crucificado y más bien, besar la cruz, es un gesto de amor y de compromiso con Dios”, sostuvo el líder católico.
Dijo que los actos vividos no son para hacer memoria de una reliquia del pasado, sino para que los cristianos den testimonio con su vida, con una vida coherente. “Estamos llamados a testimoniar y amar la vida, guiados por los auténticos valores del evangelio, amor, solidaridad, justicia y paz
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