"Jesús es la luz que disipa las tinieblas", este el mensaje que lanzó el Papa Francisco en su homilía durante la Misa del Gallo, con la que comienza la Navidad, y que celebró en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
Francisco comenzó afirmando que "somos un pueblo en camino, y a nuestro alrededor -y también dentro de nosotros- hay tinieblas y luces", pero en la noche de hoy, "cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz", informa La Tercera.
Posteriormente el Papa disertó sobre las palabras "caminar" y "ver" al considerar que "la identidad de los creyentes católicos es ser peregrinos hacia la tierra prometida".
En este camino, agregó "se alternan momentos de luz y de tiniebla, de fidelidad y de infidelidad, de obediencia y de rebelión, momentos de pueblo peregrino y de pueblo errante".
"También en nuestra historia personal se alternan momentos luminosos y oscuros, luces y sombras", dijo el Papa argentino, quien agregó que "si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si prevalecen el orgullo, la mentira, la búsqueda del propio interés, entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por fuera".
"Quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos", añadió el Papa citando al apóstol San Juan.
Luego Francisco recordó que los pastores "fueron los primeros que recibieron el anuncio del nacimiento de Jesús".
"Fueron los primeros porque eran de los últimos, los marginados", agregó.
"Dios nos ama, nos ama tanto que nos ha dado a su hijo como nuestro hermano, como luz para nuestras tinieblas", añadió el Papa.
Finalmente, concluyó su homilía pidiendo a los católicos que "no teman", pues "nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es nuestra paz".
Tras la celebración eucarística, el Papa argentino llevó el Niño Jesús en procesión hasta el Nacimiento instalado en la basílica vaticana y allí un grupo de 10 niños, representando los cinco continentes, depositaron flores ante el pesebre.