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lunes, 28 de octubre de 2013

el jesuíta Miguel Manzanera escribe sobre José María Bakovic y llama a su muerte "corredentora", sin mencionar que en su carta al Papa Francisco reclamó: "aparta de mi este caliz", o "Señor porqué me has abandonado?" su testimonio es valioso

La muerte de José María Bakovic, acaecida el pasado 12 de octubre a causa de un infarto cardíaco como consecuencia de un intempestivo viaje a La Paz para asistir como acusado a uno de los más de 70 procesos judiciales en su contra, ha causado una profunda conmoción en gran parte de los ciudadanos que le hemos conocido y apreciado como una de las personas bolivianas más dignas.
Un mes antes de su muerte redactó una sentida carta al Papa Francisco solicitando su intercesión ante el Presidente de Morales quien tenía comprometida una entrevista con el Papa en Roma. Sin embargo esa carta no llegó a tiempo…En ella José María explica la situación tan dramática en la que vivía a raíz del acoso procesal y de la tortura judicial en contra de él durante los siete y medio años de la presidencia de Evo Morales. Son más de 70 causas procesales en los siete departamentos del país, dos prisiones ilegales y con la tercera ya anunciada. “Mi salud –se expresa patéticamente- está agotada física, psíquica y financieramente”.
Cualquier persona podría pensar que el tal Bakovic fuese un corrupto con un amplio prontuario delictivo aprovechándose de su cargo de Director del SNC, antes de la llegada al poder del Presidente Morales. Sin embargo las personas que le conocen a fondo reconocen su honradez proverbial. Por otra parte José María nunca se afilió a un partido político y descartaba hacerlo en el futuro, por ello se descarta que fuese una víctima más de la persecución que el Gobierno sostiene contra sus opositores.
Es cierto que en distintas ocasiones José María ha denunciado los malos manejos que se han hecho en la Administradora Boliviana de Carreteras (ABC), sucesora del liquidado SNC. Por eso la hipótesis más plausible para explicar esta saña apunta, además de posibles venganzas personales, a las acertadas críticas de José María ha hecho contra la corrupción y los malos manejos de la ABC, especialmente en relación con el proyecto de la carretera a través del Territorio Indígena Parque Nacional Isoboro Sécuré (TIPNIS), con el que el Presidente Morales quiere atender a los reclamos de los cocaleros del Chapare para expandir sus cultivos.
Ojalá se aclaren estos interrogantes. Sin embargo la finalidad de esta reflexión no es señalar culpabilidades en la muerte de José María, tarea que por el momento no será posible realizar, sino esclarecer el sentido religioso de este fallecimiento que bien puede ser considerado ejemplar e incluso martirial.
La muerte de José María encuentra un precedente famoso en la de Sócrates, el gran filósofo clásico griego, quien al conocer su condena a muerte por parte de jueces inicuos, rechaza la propuesta de una fuga clandestina por parte de sus amigos. Tranquilamente tomó el veneno de la cicuta, prefiriendo ser un ejemplo histórico para sus conciudadanos en la aceptación de las leyes. José María también quiso someterse a la justicia boliviana, aun sabiendo que está controlada por el poder ejecutivo.
La muerte de José María tiene sobre todo su antecedente en la de Jesús. En la carta arriba mencionada compara sus últimos siete años de vida con el Calvario sufrido por el Maestro, que dio un nuevo sentido a su vida. Al igual que Jesús, José María, prefirió proseguir su función profética aún sabiendo el peligro a que se exponía. Su muerte será interpretada por sus perseguidores como el fracaso total de su vida.
Sin embargo la muerte de Jesús y, unida a ella, también la de José María tienen un sentido redentor. Aunque aparentemente ambos hayan sido derrotados por las fuerzas del mal, sin embargo han triunfado ante Dios. Los corruptos y malvados, aunque lleven cetros y coronas y sean aclamados por multitudes, serán sancionados, si no se arrepienten, al fuego eterno. Los justos, aunque hayan sido condenados y hayan muerto injustamente, están ahora en la presencia del Dios de la Verdad, de la Justicia y de la Caridad y siguen intercediendo para que nos unamos a ellos los que creemos en Jesús, el Redentor, quien ya ha dicho a José María: “Ven, siervo fiel y prudente y entra en el gozo de tu Señor”.

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