Los pasos del Papa en Venezuela
Venezuela está demostrando que será un hueso duro de roer, aunque nunca comparable con la dictadura cubana y menos con los regímenes comunistas de Europa del Este, donde la Iglesia Católica tuvo una importante gravitación para avanzar en la democratización o cuando menos en el aflojamiento del impulso reprgn: justify;">El Vaticano no tuvo el éxito que buscaba en la promoción del diálogo entre el chavismo y las fuerzas opositoras que no solo han conseguido la legitimidad y la legalidad con la conquista en las urnas del Poder Legislativo, sino que han ganado también el poder en las calles.
Con toda la razón y sobre todo, guiadas por la desesperación, se multiplican las voces exigiendo que la Santa Sede y más concretamente el papa Francisco, comiencen a actuar con mayor determinación sobre el caso venezolano, con expresiones condenatorias de la violencia que está ejerciendo el régimen de Nicolás Maduro en las calles de los principales centros urbanos de Venezuela.
Los que critican esta actitud aparentemente contemplativa del Papa, creen que Francisco tiene razones ideológicas para mantener el mutismo, sobre todo después de mostrar evidente simpatía con líderes populistas argentinos, con los que mantenía una estrecha relación cuando la “dinastía” Kirchner estaba en el poder.
Sin embargo, existen razones para asegurar que tanto el Vaticano como Francisco están trabajando arduamente en la búsqueda de una salida pacífica al conflicto venezolano, que va camino al desastre si es que no se actúa con rapidez. El Gobierno de Maduro ha perdido el norte y será incapaz de contener una crisis humanitaria, eventualidad de la que todos están hablando con gran preocupación en este momento.
Recientemente, la comunidad jesuita, congregación a la que pertenece Jorge Bergoglio, emitió un pronunciamiento que rechaza la convocatoria a una asamblea constituyente en Venezuela y reclama el llamado a elecciones libres como única alternativa de salida a la crisis del país. El líder de la Compañía de Jesús, Rafael Garrido, advirtió que la democracia no se restaurará hasta que se cumpla con la Constitución y señaló que la solución pasa por el respeto a los derechos humanos, la inmunidad de los políticos, la Asamblea Nacional elegida en 2015 y la soberanía del pueblo.
Inmediatamente después, la jerarquía católica de Venezuela, expresada en la Asamblea de Obispos hizo lo propio, manifestando su preocupación por la "grave situación que vive el país". Los prelados fueron recibidos el pasado jueves por el papa Francisco, a quién le presentaron informes detallados de lo que está sucediendo con la escasez, el hambre, la violencia, los muertos, encarcelamientos y la represión que está ejecutando el régimen.
No debe haber duda que Francisco ya conocía los pormenores de lo que ha estado ocurriendo en Venezuela. El mundo entero está alarmado y teme que el desenlace pueda ser terrorífico. Es bueno confiar en los pasos que está dando el Papa y los esfuerzos que hace la comunidad internacional. Lo único lamentable es el papel que está haciendo Bolivia en este conflicto.
Los obispos venezolanos fueron recibidos el pasado jueves por el papa Francisco, a quien le presentaron informes detallados de lo que está sucediendo con la escasez, el hambre, la violencia, los muertos, encarcelamientos y la represión que está ejecutando el régimen.
Con toda la razón y sobre todo, guiadas por la desesperación, se multiplican las voces exigiendo que la Santa Sede y más concretamente el papa Francisco, comiencen a actuar con mayor determinación sobre el caso venezolano, con expresiones condenatorias de la violencia que está ejerciendo el régimen de Nicolás Maduro en las calles de los principales centros urbanos de Venezuela.
Los que critican esta actitud aparentemente contemplativa del Papa, creen que Francisco tiene razones ideológicas para mantener el mutismo, sobre todo después de mostrar evidente simpatía con líderes populistas argentinos, con los que mantenía una estrecha relación cuando la “dinastía” Kirchner estaba en el poder.
Sin embargo, existen razones para asegurar que tanto el Vaticano como Francisco están trabajando arduamente en la búsqueda de una salida pacífica al conflicto venezolano, que va camino al desastre si es que no se actúa con rapidez. El Gobierno de Maduro ha perdido el norte y será incapaz de contener una crisis humanitaria, eventualidad de la que todos están hablando con gran preocupación en este momento.
Recientemente, la comunidad jesuita, congregación a la que pertenece Jorge Bergoglio, emitió un pronunciamiento que rechaza la convocatoria a una asamblea constituyente en Venezuela y reclama el llamado a elecciones libres como única alternativa de salida a la crisis del país. El líder de la Compañía de Jesús, Rafael Garrido, advirtió que la democracia no se restaurará hasta que se cumpla con la Constitución y señaló que la solución pasa por el respeto a los derechos humanos, la inmunidad de los políticos, la Asamblea Nacional elegida en 2015 y la soberanía del pueblo.
Inmediatamente después, la jerarquía católica de Venezuela, expresada en la Asamblea de Obispos hizo lo propio, manifestando su preocupación por la "grave situación que vive el país". Los prelados fueron recibidos el pasado jueves por el papa Francisco, a quién le presentaron informes detallados de lo que está sucediendo con la escasez, el hambre, la violencia, los muertos, encarcelamientos y la represión que está ejecutando el régimen.
No debe haber duda que Francisco ya conocía los pormenores de lo que ha estado ocurriendo en Venezuela. El mundo entero está alarmado y teme que el desenlace pueda ser terrorífico. Es bueno confiar en los pasos que está dando el Papa y los esfuerzos que hace la comunidad internacional. Lo único lamentable es el papel que está haciendo Bolivia en este conflicto.
Los obispos venezolanos fueron recibidos el pasado jueves por el papa Francisco, a quien le presentaron informes detallados de lo que está sucediendo con la escasez, el hambre, la violencia, los muertos, encarcelamientos y la represión que está ejecutando el régimen.
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