Como se ha hecho tradición, al concluir la centésima Asamblea General de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) los Obispos han emitido un mensaje en el que, por un lado, destacan los acontecimientos internos en 2015, fundamentalmente la visita del Papa Francisco y sus orientadores mensajes, la realización del V Congreso Eucarístico y el anuncio de la celebración desde el próximo mes del “Jubileo de la Misericordia” instituido por el Sumo Pontífice.
Sobre la visita papal sostienen que Francisco ha dejado “tantos gestos y palabras para alimentar nuestro compromiso de discípulos al servicio del Padre en la construcción del Reino y la búsqueda de progreso en unidad y libertad”. El Congreso Eucarístico permite ratificar la obligación de poner “a los más pobres en el centro de nuestras preocupaciones”. Y el Año Jubilar de la Misericordia “será una oportunidad extraordinaria para poner el perdón de Dios en el primer lugar de nuestra vivencia cristiana (...)” y ser capaces de superar aquello que “empaña las relaciones humanas”.
Así, todos esos acontecimientos, sostienen los pastores de la Iglesia Católica, consolidan su presencia en el país y, sobre todo, abren nuevas experiencias de encuentro espiritual para profundizar el servicio y el compromiso con los más pobres, “los descartados en nuestro país”.
A partir de esas reflexiones, los Obispos, que han renovado su directiva, denuncian “la capciosa interpretación de las normas para imponer como obligatorias las excepciones del aborto impune, propiciando así la muerte de tantos inocentes (...) y el legítimo derecho a la objeción de conciencia de los operadores de salud”.
Expresan su preocupación por “la exaltación de las ideologías que no dejan ver la realidad de los más necesitados ni escuchar su voz. Muchos tienen miedo a expresar una opinión diferente del pensamiento ideológico dominante que se pretende imponer a toda costa, amedrentando y descalificando al que piensa distinto” y critican que se haga “gastos en obras no esenciales, descuidando la salud y la educación e ignorando las prudentes llamadas a asumir políticas de austeridad”. La violencia, que crece y genera inseguridad ciudadana; el narcotráfico y la adicción a la droga, que van ganando terreno en el país; la corrupción, que “quita a los que siguen marginados la oportunidad de un justo rescate”; el acoso y la impunidad políticas, son también temas que los Obispos denuncian, fenómenos que esperan no roben “la esperanza de lograr un verdadero cambio”.
Insisten, una vez más, en que “se hace más difícil realizar la labor de promoción humana para los más necesitados de la sociedad a través de los centros de asistencia social” porque “se trata impositiva y económicamente con las mismas exigencias a las obras sociales de servicio y sin fines de lucro que a las empresas que generan ganancias. Todo esto es desigualdad social y provoca una mayor injusticia”.
Se trata, una vez más, de un nuevo llamado de atención a la sociedad, tanto a gobernantes como gobernados, y bien nos hará escuchar y atender, pues al margen de si se pertenece o no a esta Iglesia, sus autores tienen una autoridad moral que emerge de su cercanía a la gente.
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