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domingo, 16 de febrero de 2014

mucho se habló sobre Benedicto XVI y "su permisividad de la pederastia", nada más falso. vamos sabiendo que castigó a 400 sacerdotes y 80 obispos de alguna manera culpables o permisivos, el autor un franciscano bien informado Padre Martín, sale en defensa del papa convertido en un monje de clausura.

Un papa contra la pederastia

Autor: Santiago Martín, sacerdote
Se cumple un año de la dimisión de Benedicto XVI. Una dimisión que cogió a todos por sorpresa. Dicen que el propio secretario de Estado, el cardenal Bertone, sólo lo supo pocos días antes. Aunque ha pasado un año, seguimos sin tener todos los datos que nos permitan comprender por qué se produjo ese hecho extraordinario en la vida de la Iglesia. Posiblemente no se sabrá lo que motivó la dimisión del Ratzinger hasta que no se desvele el contenido del «Informe Herranz». Mientras tanto, sólo podemos aventurar algunas hipótesis que pueden resultar descabelladas.

Sabemos que en diciembre de 2012, pocos días antes de Navidad, el Papa recibió el mencionado informe y según algunas filtraciones decidió dimitir inmediatamente. Según estas mismas fuentes, Bertone le habría aconsejado al Papa que al menos retrasara su decisión, pues hubiera sido aún más duro para la Iglesia que el Santo Padre hubiera presentado la dimisión pocos días antes de Navidad. Más tarde, a finales de enero, cuando Benedicto comunicó a Bertone que iba a dimitir, éste volvió a intentar que diera marcha atrás, pero esta vez no lo consiguió. No cabe duda de que en la decisión del Papa pesó notablemente la situación de acoso a la que la Iglesia y él en particular estaban siendo sometidos con el llamado «caso Vatileaks».
Aquel caso, que muchos consideraron que se cerró en falso al responsabilizar únicamente al mayordomo papal mostró al mundo, con gran dolor, para el pontífice y para los católicos, las luchas dentro de la Iglesia y, sobre todo, dentro de la Curia Romana. El Papa había ya soportado un acoso terrible y degradante por parte de algunos medios de comunicación que querían implicarle en casos de pederastia, acusándole de haber sido tolerante con sacerdotes pederastas, y que había resistido a las presiones reiteradas en muchísimos ámbitos para que dimitiera en 2010. Probablemente, en el «Informe Herranz» había datos sobre eclesiásticos de la Curia que aconsejaron al pontífice presentar la dimisión para que su sucesor pudiera hacer la renovación que era necesaria. Esto no significa, ni mucho menos, que la Curia sea un nido de corrupción, como algunos han pretendido afirmar; sin embargo, resulta evidente que había, y no sabemos si seguirá habiendo, algunos miembros implicados en algunos de los tres grupos que existían en el vaticano: el lobby gay, la masonería y los prelados corruptos ligados a delitos económicos. Hay que insistir en que la mayoría de las personas de cualquier nivel que trabajan en el Vaticano son profundamente honestas, pero no se puede ignorar que hay manzanas podridas.
A parte de las especulaciones sobre las causas de la dimisión del Papa Benedicto, un año después de aquel acontecimiento podemos evaluar el legado que este extraordinario pontífice ha dejado a la Iglesia. Se suele destacar la lucidez intelectual, pero creo que lo primero ha sido el valor y la decisión con que actuó para atajar el problema de la pederastia en la Iglesia. Que no se lo reconozcan, que la ONU se atreva a acusar a la Iglesia de no haber hecho nada no es más que otra injusticia contra este gran Pontífice. Pero con ello no es desprestigiado Benedicto, sino los que se atreven a negar la realidad para intentar echar lodo sobre su nombre y su obra.

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