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martes, 20 de julio de 2010

un jesuíta cardenal de la Iglesia experto en el Nuevo Textamento recoge textos de Benedicto XVI sobre el Sacerdocio. Invalorable!

Cristo, centro de la vida de todos los cristianos y de modo especial de los sacerdotes

(F. Carmona, en La Ciudad de Dios). La editorial San Pablo hace otro regalo a sus lectores de temas de espiritualidad, en la colección Caminos. El tema viene como anillo al dado en este año sacerdotal: Acojamos a Cristo, nuestro Sumo Sacerdote. Albert Vanhoye, religioso jesuita, sacerdote y cardenal de la Iglesia, es un especialista en exégesis del Nuevo Testamento, que ha sido director del Instituto Bíblico de Roma. El volumen recoge las conferencias expuestas para la reflexión de los Ejercicios espirituales de Benedicto XVI en la Cuaresma de 2008. Son 17 temas que giran en torno al sacerdocio supremo de Cristo, pero siempre con una invitación a acogerlo con amor y a proyectarlo en nuestra vida. Parte de la Carta a los Hebreos, que cree tener por autor a un compañero de apostolado de san Pablo. Es en esta carta, donde se inspira el autor, si bien en algún punto de reflexión lo hace recordando a Jeremías, cuando habla de promesa de la Nueva Alianza, a san Juan en las Bodas de Caná, signo de la Nueva Alianza, a san Mateo, para hablar de Cristo medidor de la Nueva Alianza o la la carta de Pedro para hablar de la unión de Cristo y sacerdocio bautismal. Comienza por recordar que Dios ha hablado de muchas maneras por los profetas, pero en el momento culminante de la historia, lo hizo por medio de su propio Hijo Encarnado, pero sobre todo lo revela como Sumo Sacerdote y le aplica el Salmo 109,4: «El Señor lo ha jurado y no se arrepentirá, Tú eres sacerdote eterno». Es el sacerdocio pleno y perfecto, del cual se participa por el sacramento del Orden para el ministerio.
En el centro de las reflexiones ha de estar Cristo, que tiene que estar en el centro de la vida de todos los cristianos y de modo especial de los sacerdotes que han recibido el ministerio. Cristo digno de fe, misericordioso, sacrificio y oblación de Cristo, su eficacia, nuestra solidaridad, son temas para orar. En la última meditación ofrece unas reflexiones, nos dice, sobre las relaciones entre el sacerdocio ministerial y el corazón sacerdotal de Cristo. En fin, el libro deja clara la doctrina del sacerdocio de Cristo, expuesto con un análisis claro, propio de un estudioso con sentido de piedad. Así lo pedía el ambiente espiritual y la calidad de los oyentes.

F. Carmona
La Ciudad de Dios 223/2 (2010) 570-751.

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