El arzobispo de Santa Cruz, Sergio Gualberti, se tomó un tiempo para conversar y analizar algunos problemas que están afectando la tranquilidad de los bolivianos y de los cruceños. Habló de la violencia, de la justicia y de la corrupción.
La Iglesia alertó en 2016 sobre la presencia de cárteles internacionales en Bolivia y los peligros que representaba. ¿Cómo lo percibieron?
Creo que había señales muy graves en ese momento, uno se daba cuenta de que no eran acontecimientos aislados ni que era algo circunstancial, se veía algo mucho más grande y que el problema se venía con toda su fuerza. Ahora uno no puede cerrar los ojos, de ninguna manera, porque este último acontecimiento (el asalto a la joyería Eurochronos) lo ha revelado en toda su gravedad, pero algunas personas que hubieran querido leer los antecedentes se daban cuenta que el fenómeno es grave y que viene de lejos. La primera vez que los obispos en Bolivia hablaron del narcotráfico fue en 1984, por lo tanto estamos retrocediendo muchísimos años.

¿Cuál es la diferencia entre la primera advertencia de la Iglesia y la de ahora?
En ese momento eran los inicios, y como hemos hecho también los obispos el año pasado, en el país se ha unido el tema de drogadicción con narcotráfico y, claramente, en cuanto a la extensión del fenómeno no hay comparación, es decir ahora ha tomado una envergadura que definitivamente es muy grave. El año pasado dábamos algunas afirmaciones contundentes con que alertábamos sobre el problema. Había frases como: “Es de dominio público el narcotráfico y en su estrategia de expansión e impunidad penetra, incluso, estructuras estatales, fuerzas del orden comprando conciencias”.

¿Por qué cree que se da todo esto?
Es falta de prevención, no se ha hecho un trabajo antes y habrá que impulsarlo, porque el problema no se resuelve solo con represión, hay que prevenir. En la homilía del domingo insistí en la necesidad de impulsar los valores humanos y cristianos, el respeto a la vida, y la no violencia; el respeto a la persona, la necesidad de trabajar por la concordia y por la paz.

¿Hay mucha violencia?
El problema de la violencia en Bolivia está relacionado con una cultura de querer buscar ‘soluciones’ por la vía de la confrontación, esto también influye en esto otro (la delincuencia), es decir, están encadenados. Por qué en Bolivia no podemos, a veces, encontrar una solución en base al diálogo verdadero. Hemos transformado el diálogo en una pulseta, en una medición de fuerzas y eso no es diálogo, eso no es respeto del otro, es imponer mi fuerza versus tu fuerza. Tenemos que romper con la cultura de la fuerza y de la violencia para lograr un objetivo. Esto también guarda relación con la corrupción. Dentro de un rompecabezas todas las piezas se van juntando, son muchísimos los ámbitos que afectan el tema de la violencia.

¿La corrupción es la madre de todos los problemas?
La corrupción tiene mucho que ver, pero también el deseo y la tentación del enriquecimiento rápido, es decir la angurria de tener. ¿Por qué estos jóvenes asaltan una joyería? Porque había mucha plata y en un solo momento podían apoderarse de mucho dinero. También hay una sociedad que nos engaña, la sociedad del mercado hoy nos hace ver tantas cosas y dice: Si tienes tal bien o acceso a esta otra cosa serás importante, porque quien tiene plata es importante. Después esos ídolos se caen, no cubren todas las expectativas y de ahí viene la violencia, porque después quieres llegar a eso a cómo de lugar.
Estamos inmersos en una sociedad de consumo, en una cultura de mercado en la que prácticamente se piensa que si uno tiene es alguien, porque hoy día una persona no es por lo que es, sino es lo que tiene, y entonces de ahí viene el problema. Para superar esto hay que trabajar en la educación, en todos los espacios posibles y fortalecer los lazos entre las familias. El problema que tenemos, por ejemplo, con los feminicidios y los linchamientos también están relacionados con lo que estamos viviendo.
La Iglesia actuó como mediadora de grandes conflictos en Bolivia, pero desde que Evo Morales asumió el Gobierno ha perdido protagonismo. ¿Cree que ha cedido los espacio para la conciliación?
La Iglesia no cumplía un trabajo de mediación, sino de facilitadora del diálogo; era un servicio, más que un prestigio o un espacio. Humildemente ofrecíamos nuestros buenos servicios y todavía podemos colaborar. El Gobierno, en cierto punto, dice nosotros lo podemos hacer, y como iglesia, como Conferencia Episcopal los obispos decimos muy bien, es tarea del Gobierno; si piensa que es suficientemente preparado y que lo puede hacer, adelante. Pienso que todo el mundo, la opinión pública, puede averiguar si esto se da o no se da. Habrá que averiguar los resultados.

Algunos gobernantes aspiran reproducirse en el poder, ¿Qué opina de nuestras autoridades?
El tema es ¿cómo entiendo el poder? Para nosotros, Jesús lo dice claro en la Biblia: El poder es servicio, si yo entiendo que el poder es servir, entonces una autoridad es elegida por la gente para que sirva, no para que se sirva. Si yo entiendo esta enseñanza, entonces adelante con el poder. Pero cuando yo me quiero aferrar al poder porque obtengo privilegios, dinero y puedo llevar adelante mis intereses y no el bien común, entonces es ahí donde fallo. El poder debe estar en función del bien común, de la armonía dentro de una sociedad, preocuparse de que haya una justicia distributiva, de igualdad, es decir que yo cuide, con la autoridad que se me ha dado, a los más pobres; que los últimos tengan condiciones de vida digna, que busque impulsar la salud para todos y una educación digna para todos.

A veces da la impresión que cuando una persona es elegida autoridad dice: Ustedes han ejercido su derecho y con la elección se acabó, ahora hacemos lo que nos da la gana, pero no, esto no es así. Han sido elegidos para el bien de todos y para eso hemos escogido personas que pensábamos que podían cumplir, sino no lo hacen están irrespetando el voto de la gente y ya no es democracia. No es democracia el solo hecho de haber sido elegidos, la democracia es el hecho de cumplir con el servicio que se le ha encomendado.

¿Cómo percibe el poder en Bolivia?
En general es una gran tentación y muchas veces se lo ve reflejado en distintas autoridades, lamentablemente. Cuando uno lo ve solo para su propio interés o para el interés del grupo o del partido, es donde entra la corrupción, porque después esto se va multiplicando. Por ejemplo, cuando tenga que poner a una persona en un espacio de servicio no designo a la más preparada o la que se ha formado, nomino a la que ha votado por mí, a un copartidario, entones todas las decisiones que yo tome no son en función al servicio, sino en función de que vuelvan a votar por mí, que haya un redito en lo que estoy dando. Esto es la tristeza y lo que vemos. Muchas veces no se privilegian las políticas sociales sino las prácticas de abrir carreteras, una plaza o un campo deportivo porque a eso es más productivo desde el punto de vista electoral, porque los políticos limitan la democracia al voto.

¿Cuál es su criterio sobre la justicia?
En varios comunicados de la Conferencia Episcopal hemos denunciado este tema, existe una administración de la justicia, digamos, insuficiente. Creo que aquí también hay un problema estructural y lo estamos viendo ahora que se quiere volver a elegir magistrados en nuestro país. Claramente se ve que esta no es la manera adecuada, no se están eligiendo personas que tienen la calidad de formación ni la capacidad para llevar adelante esta tarea. Lamentablemente, la corrupción entra ahí también, y esto hace que la población pierda la confianza en la administración de justicia y de ahí la gente cae en la tentación de hacerse justicia por mano propia o en los linchamientos, porque el Estado no está cumpliendo. En anteriores Gobiernos la justicia, a veces, estaba al servicio de la economía, de los poderosos, de los que tenían dinero, de los ricos; hoy en día está al servicio, muchas veces, de una ideología.

Ha cambiado, pero no es libre, tiene que ser autónoma. En Bolivia tenemos cuatro poderes, pero me pregunto si de verdad son autónomos. La justicia tiene que ser el poder autónomo y desligado de los demás si queremos garantizar una convivencia pacífica. La falta de justicia es la causa de muchos enfrentamientos y de divisiones, por eso tenemos que luchar y pedir la total independencia de la justicia de otros poderes. Hay que exigir transparencia en este proceso que se está haciendo y preguntarse si es el adecuado, porque además de luchar por una justicia no corrupta, hay que trabajar también por la estructura, tenemos que cuestionarnos si la estructura actual responde a  la vocación y la misión propia de la justicia.
Usted pidió una investigación imparcial, a propósito del asalto y la muerte de cinco personas en Eurochronos ¿Cree que es posible una investigación imparcial y que llegue a la verdad?
Espero que así sea y ojalá se logre. Aquí es donde, como sociedad, también tendremos que vigilar. Tenemos que estar atentos y, de manera particular, un periodismo de investigación puede aportar con el seguimiento a este caso porque un periodismo serio, de investigación, honesto y transparente puede ayudar a esclarecer el caso. Ha quedado muchas dudas con lo que pasó en ese caso de violencia. Hubo un baño de sangre tan grande, incluso que costó la vida de una persona que estaba en su trabajo, así como de un policía que también cumplía con su función, pero también de los demás, porque aunque uno sea un delincuente no necesariamente hay que quitarle la vida. Existen otras maneras de resolver una situación de crisis; quiero pensar que se hará un esfuerzo grande y se trabaje con transparencia en la investigación para despejar las dudas.

¿Ha cambiado algo en el país y particularmente en Palmasola, después de la visita del papa Francisco?
No como hubiéramos esperado, pero sí algo ha cambiado. El sistema carcelario y penitenciario tiene que dar pasos más sustanciales, radical a partir de las condiciones mínimas de la infraestructura. Las personas viven un hacinamiento impactante. Cuando pensamos que Palmasola había sido prevista para 900 personas y son casi 5.000, uno se da cuenta enseguida que algo no funciona. Si lo entendemos de verdad como un centro de rehabilitación, como se lo presenta, vemos que hay muy pocos espacios para la rehabilitación efectiva. Mejorar las condiciones carcelarias ayudaría muchísimo.

Santa Cruz es la locomotora económica del país, es una ciudad pujante, ¿cree que vamos por buen camino?
Justamente la ciudad ha crecido tan rápidamente, desmesuradamente y creo que no es muy sencillo acompañar este proceso tan rápido y tan violento. Creo que aquí se ven buenos esfuerzos. Por ejemplo, se ha visto la construcción de muchos colegios, y esto es un logro importante; también se han edificado hospitales de segundo nivel, pero a veces después vemos que faltan los profesores y no hay médicos. Es importante reconocer que no es solo la estructura, sino ofrecer los servicios completos a la comunidad, por lo tanto creo que hace falta un esfuerzo de todas las autoridades y de los distintos sectores para tener una visión de presente, pero también de futuro.

Creo que todavía se puede mejorar mucho más en este aspecto. Se escuchan voces de personas que dicen que no se está haciendo lo suficientemente en este ámbito de unir esfuerzos para hacer una programación y una proyección de futuro que es fundamental. En lo que se refiere a la urbanización, por ejemplo, vemos que la ciudad se extiende rápidamente, pero también observamos que hay muchos vacíos (manchas verdes)  y sabemos que todo esto encarece los servicios básicos; sabemos que mientras más disperso es más caro, es decir en el aspecto de urbanización hace falta una revisión y poner un poco de límites para crecer de una manera más ordenada. Es un problema que sentimos como Iglesia, que la ciudad se extiende tan rápidamente y no podemos cubrir todas las necesidades.

¿Cómo ve el problema de las pandillas y la presencia de drogas en las escuelas?
Partiendo de mí experiencia, cuando voy a la confirmación pregunto a los chicos ¿cuáles son los problemas que enfrentan los jóvenes en el barrio? Ellos responden que sigue habiendo alcohol, de drogas y de pandillas; los mismos jóvenes lo denuncian. Es decir, prácticamente estos problemas existen en todos los barrios. Muchas veces ciertas autoridades no han querido ver el problema, se hacen de la vista gorda. El primer paso para salir de un problema es reconocerlo, esto pasa en nuestra vida personal y también en la sociedad. Si no reconozco que soy adicto al alcohol, nunca voy a poder salir de eso. El consumo de alcohol también se ha vuelto casi parte de nuestra cultura; no hay ningún acontecimiento social, de vida o de muerte, donde no esté el alcohol y lo aceptamos y después nos damos cuenta que a raíz de las bebidas, por ejemplo, ocurren las peleas, las violaciones y todo lo demás. Pero lo aceptamos con mucha facilidad.

¿Usted cree que la sociedad está en involución?
No creo, quiero ser optimista en ese sentido, pero desde una visión cristiana. Actualmente vemos mucha más atención al tema de los derechos humanos, al derecho de la persona, el respeto del medioambiente, a la valoración de la mujer, es decir hay varios elementos positivos, pero a veces no sobresalen y muchas veces los medios (de comunicación) no están atentos a estas señales. La gran tentación de los medios es caer en el sensacionalismo. En el caso concreto que hemos tenido aquí, en la joyería, fueron difundidas ciertas imágenes fuertes; algunos canales de televisión pasaron la misma imagen de la señorita tendida en medio de la sangre dos, tres, cuatro, cinco, seis veces y eso no puede ser. Estamos espectacularizando una cosa que es grave y eso te quita la sensibilidad, se vuelve normal.

El Tribunal Constitucional recientemente prohibió el uso de algunas prendas de vestir, pero después lo retiró. Esto limita la libertad de las personas?
En algunos momentos creo que se confunde un poco el tema de libertad con libertinaje, porque además mí libertad llega hasta cuando yo no vulnere la libertad del otro, y el derecho del otro. Es aquí donde a veces los límites están en una delgada línea que uno fácilmente se puede pasar, por eso creo que hace falta una reflexión sobre este tema. Actualmente se da un poco en esta línea, de que me gusta esto y hago lo que quiero, osea se basa en el gusto, no sobre un aspecto objetivo, sobre una realidad. No soy un ser aislado de los demás, soy un ser social y dentro de la sociedad también hay que ponernos unas normas entre todos que hay que respetar porque eso facilita la convivencia.

¿Y qué opina sobre la unión de personas del mismo sexo?
La Conferencia Episcopal emitió un documento claro. Pensamos que el matrimonio tiene que ser entre personas de sexos distinto, entre un varón y una mujer, porque creemos que no es solo un asunto que viene de Dios, sino que es parte de la naturaleza humana. Es nuestra manera de ver y una realidad que se tiene que respetar. La misma palabra matrimonio proviene de la palabra mater, de madre, de mujer implica de alguna manera el hecho de acogida de la vida, de promover la vida, de engendrar la vida. Si se quiere hablar de personas del mismo sexo que quieren vivir juntos, bueno hablemos de unión entre personas, pero no de matrimonio, no creemos confusión. Respeto a las personas, pero no comparto su opción. Pero respetemos también esta institución, que el tema viene desde siempre

Cada vez que la iglesia se pronuncia recibe ataques ¿cómo lo toman?
La fidelidad del Evangelio nos trae eso, eso lo ha vivido Jesucristo, por eso terminó en una cruz. Sabemos que hablar de este tema, de la violencia y del narcotráfico en muchos países conlleva un riesgo y una persecución. El argumento más fácil que se utiliza es que nos hemos quedado en los tiempos de los dinosaurios, que ya el mundo no es así, pero si uno analiza objetivamente se da cuenta que la familia es la célula básica de la sociedad. Si debilitamos a la familia, debilitamos la fortaleza de la sociedad.

Vemos la proliferación de diferentes iglesias protestantes, ¿esto le ha restado fieles a la Iglesia católica?
Tal vez algunos fieles han dejado la Iglesia para entrar en otros grupos cristianos, no conozco, no sé si hay, pero habrá también alguna persona que a lo mejor ha ido a grupos que no son ni cristianos, pero fundamentalmente vemos el fenómeno que algunos católicos que van a las denominaciones de tipo pentecostal. Ellos están muy presentes porque como no tienen una estructura grande, como la nuestra, son muchos más flexibles, con más facilidad puede haber un pastor y crea su propio grupo y participan. Sobre el tema de defensa de la vida y del matrimonio ha habido una unidad de esfuerzo y de compromiso más ecuménico. También tenemos un movimiento ecuménico que abarca más a las iglesias históricas, nos reunimos con los Coptos Ortodoxos, con los anglicanos, luteranos, metodistas, central menonita y alguna vez hemos celebrado junto con ellos. Hay respeto recíproco.