Ésta es, posiblemente, una oportunidad única. Como dicen los creyentes pragmáticos: a Dios rezando y con el mazo dando
El gran interés que mostró el presidente Morales, tanto por visitar al Papa apenas éste se sentó en el trono de San Pedro y por las diligencia hecha para lograr que Su Santidad visite Bolivia lo antes posible, fueron actitudes que mostraban, una vez más, el carácter contradictorio, casi bipolar del actual Gobierno.
Me refiero, por supuesto, no sólo a las constantes fricciones entre la Iglesia Católica y el poder político, sino a la supuesta esencia descolonizadora del proceso de cambio. A fin de cuentas, es la religión católica la quintaesencia de la imposición ideológica foránea que tanto, no sólo se desprecia, sino que se denuncia (equivocadamente) como culpable de la explotación y la expoliación a la que hubieran sido sometidos los pueblos originarios de esta parte del mundo.
Lo que se pudo ver es que para Evo cualquier gesto, cualquier situación que consolide su liderazgo (algo que podría ayudar a su plan infinito de permanecer en el poder) bien puede valer una misa y algunas incongruencias más.
El que la noticia de la llegada del Papa fuera una pepa de la prensa oficialista fue un triunfo del Gobierno sobre la curia local. Daba la impresión de que el Gobierno se hubiera hecho de un trofeo fácil. El asunto estaba color de rosa, cuando apareció la iniciativa del padre Mateo, quien, seguramente conmovido hasta el tuétano por la situación desesperada de los enfermos terminales, a los cuales asiste, se ha lanzado con una cruzada que tiene un timing perfecto.
No podía haber un mejor momento para abogar por los derechos de los enfermos terminales, en particular, y de todos los bolivianos, en general.
El Gobierno, vía el prepotente ministro Quintana, se ha lanzado con una ofensiva torpe y burda, la cual ha molestado inclusive a militantes de su partido, y es que todos sabemos que la salud en Bolivia es atendida por el Gobierno en forma extremadamente precaria.
El jueves antepasado, en su columna semanal, Raúl Peñaranda ha hecho una serie de puntualizaciones, comparando la inversión per cápita que hace nuestro país en relación a los de la región, a los del África y a lo que sucede en los países del primer mundo, y ha desnudado el discurso triunfalista del Gobierno. Rafael Puente, a quien no se puede acusar de opositor, ha añadido en su columna del viernes publicada en un matutino paceño que, además, hay que considerar si el presupuesto es o no ejecutado.
La visita del Papa puede resultar beneficiosa, hasta milagrosa, si se toma el toro por las astas y se empieza a manejar el tema de la salud en forma seria.
La situación de los servicios públicos de salud en Bolivia hace aún más grotesca la parafernalia del régimen actual, la construcción de los atroces edificios alrededor de la plaza Murillo, el famoso avión de 38 millones de dólares, el inaceptable proyecto de una planta nuclear y un sinnúmero de despilfarros.
Portavoces del Gobierno han dicho que el padre Mateo le está haciendo el juego a la oposición. Es al revés: la oposición seguramente va a hacer coro a los pedidos del exaltado padrecito, pero eso está bien, de eso mismo trata la democracia, de que la oposición ponga en evidencia las deficiencias del Gobierno de turno. Ésa es la dinámica que permite mejores Gobiernos. Claro que para eso se tienen que tener convicciones democráticas genuinas y no ser un converso sin fe, como diría Fernando Molina. El Gobierno de Evo no tiene la capacidad ni la entereza para aceptar errores y ése es su mayor defecto.
Con un poquito de ingenuidad podríamos esperar que la visita papal modifique los corazones autoritarios de quienes nos gobiernan, su escala de valores y sus prioridades o que, por lo menos, permita una rectificación en el presupuesto nacional.
Mientras tanto, vale la pena y es casi un deber moral apoyar la cruzada del padre Mateo. Ésta es, posiblemente, una oportunidad única. Como dicen los creyentes pragmáticos: a Dios rezando y con el mazo dando.
El autor es operador de turismo.